domingo, 15 de junio de 2008

MI SIRVIENTA TETUDA III


MI SIRVIENTA TETUDA III

MI SIRVIENTA TETUDA III Si estaba en el paraíso antes de llegar mi familia, ahora disfrutaba de una sensación que nunca pensé llegar a vivir

Ante la insistencia de mails y a petición popular aquí tenéis la tercera parte del relato de mi amigo:Si la felicidad tuviera una imagen esa era la nuestra, los tres en la cama, follando como locos. Si el cielo existe, debe ser algo así, un tío follando a una tía imponente despatarrada, pidiendo más y más, con las tetas al aire enormes y otra tía tan buena como la anterior sobándole el culo al tío por detrás y pasándole los pechos en forma de caricias, girándose y metiéndole un pezón en la boca y el tío como loco embelesado sin saber adonde prestar atención.

Ese es el cielo, eso es lo más grande. Bueno no es que yo fuera un obseso, todo surgió de repente. Si leéis mis relatos anteriores veréis que estas cosas pasan así, una cosa lleva a la otra y al final no lo puedes controlar, te sale bien, como cuando te toca la lotería y no sabes porqué a ti. Pues estas dos tías de cuerpo generoso, como a mí me gustan, más bien rellenitas, maduritas, tetas grandes, lencería muy fina y escasa, chochos peludos bien negros y pezones como mi dedo meñique, se me presentan a casa, la una para ser mi sirvienta mientras durasen las vacaciones de mi familia y la otra porque era su amiga y, ya que una se venía a vivir conmigo porque abusaban de ella donde le alquilaban la habitación, pues la otra que era su amiga y puta a la vez, pues muy harta de chupar pollas de tíos viejos y asquerosos quería cambiar. La verdad que viniendo a mi casa ni una dejó de ser abusada ni la otra dejó de chupar pollas, así que se demostraba que no era que no les gustara sino que pensaron cambiar de aires y hacerlo con un tío más elegante, o sea un servidor de ustedes.

El caso es que habían pasado los veinte días de felicidad, no nos bajábamos de la cama casi ni para mear, bueno aunque al principio practicamos un poco lo de mearnos unos encima de los otros y luego chuparle el cuerpo al otro, el juego dejó de hacernos gracia porque era un asco y había que cambiar la sábanas cada vez, en fin que íbamos a mear, pero poco más, Leo la puta, nos preparaba algo rápido para comer y tras un rato de siesta no demasiado largo, ya empezábamos a enredarnos, mi mano a la teta más cercana, la boca al pezón más suculento, sus bocas a mi polla y la otra mano al culo que quedaba libre.

En esa circunstancia de dejadez y placer absoluto notamos que sonaba la puerta.

-Joder, pero ¿qué día es? ¿No será mi mujer?Las vacaciones había terminado y mi mujer y mi hija asomaron por la puerta. Mi mujer era delgada rubia, plana y descaderada, lo contrario de mis amantes y sirvientas fieles que me acompañaban en la cama matrimonial en ese momento. Mi hija tenía mejor cuerpo, salía a mi madre, mejor pecho, rubia, caderas regulares, estaba bastante bien, alguna vez me había sorprendido mir&aacut Juan por favor, tenemos que hablar, te esperamos en el salón.
Me puse los calzoncillos y salí, la verdad es que me sorprendió su reacción, no me la imaginaba tan moderna ni liberal.

-Juan, reconozco que en parte tengo culpa de esto, cuando un hombre no goza con su mujer tiene que buscarse la fiesta fuera. No esperaba que hubieras llegado tan lejos como para hacerlo con dos a la vez, pero yo venía dispuesta a cambiar nuestra relación y eso es lo que voy a hacer.

Se me acercó y me besó, con una mano me acariciaba la polla despacio, la verdad es que sabe lo que me gusta y si quiere lo hace bien. Le hice una mirada como diciendo que estaba Mar delante.

-No importa Mar es una mujer y tiene que aprender para que no le pase lo que a su madre, además nadie le va a enseñar mejor que sus padres ¿no?Yo alucinaba, pero me parecía genial, mi mujer estaba desconocida, no solo no estaba enfadada sino que le había puesto cachonda verme con dos zorras en la cama. Se iba desnudando mientras me besaba y no dejaba descuidada mi polla que ya daba todo lo que podía.

Mi hija estaba un poco colorada, no se imaginaba eso de mamá, aunque realmente no era la primera escena porno que presenciaba, alguna vez había ido con una amiga a una sala de boys donde el chico se lo había montado con alguna actriz porno tras los cristales de una cabina. Pero aquellos eran sus padres y lo iban a hacer delante de ella. Leo y Eli miraban desde la habitaci


ón, asomadas a una rendija de la puerta, al ver lo que pasaba decidieron adelantarse discretamente, desnudas como estaban se acercaron por detrás a Mar y le acariciaron los hombros bajando por su espalda hasta el broche de su sujetador, lo desabrocharon. Mar se estaba poniendo realmente cachonda porque mientras los papás follaban ella se metía el dedito dentro de su vaginita que estaba libre con su tanguita a un lado. Leo se agachó y comenzó a acariciar con sus tetorras las piernas de Mar, ella sintió un escalofrío, nunca antes lo había hecho con una mujer, bueno sí, un beso en los labios de su amiga Marta, pero nada más. Leo acercó su teta a la vagina de Mar, ya estaba húmeda y a Leo le gustó la sensación.

Eli seguía despojando a Mar de su blusita y sacando el sujetador por sus brazos, ya tenía sus tetas al aire. Le estaba viendo las tetas a mi hija por primera vez, tenían buen tamaño aunque no enormes como mis sirvientas, aureolas rosita claro y pezón rosita un poco más oscuro. Yo estaba tumbado boca arriba y tenía una vista de Mar fantástica, con sus tetas al aire y su coño rubio peludito acariciado por las tetas de Leo. Mi mujer me montaba como una loca arriba y abajo encima de mi pene erecto, era lo más, si estaba en el paraíso antes de llegar mi familia, ahora disfrutaba de una sensación que nunca pensé llegar a vivir. Las posibilidades se multiplicaban delante de mí, dos mujeres más a mi disposición, dos pares de tetas más, dos coños más. Mi mujer seguía saltando gimiendo y casi llorando de pasión, yo le acariciaba los pezones aunque no tenían nada que ver con los de Leo. A mí realmente lo que me estaba encantando era la escena de tres mujeres dándose placer que tenía a mi hija como figura central. Eli la tenía cogida por detrás y le amasaba las tetas mientras que las suyas rozaban y acariciaban a mi hija por su espalda. Leo lengüeteaba el coño de Mar, literalmente la penetraba con su lengua, no sé si mi hija es virgen, pero la enorme lengua de Leo le entraba enterita y luego pude observar que cambiaba su lengua por su dedo índice y le entraba entero, seguro que no es virgen, se lo ha debido montar con algún compañero de Universidad.
que no lo había probado antes y tengo miedo de que no le compense hacerlo conmigo teniendo mujeres en casa que la den placer tan gratificante. Leo y Eli siguieron a nuestro servicio durante bastante tiempo y tal vez ese período de mi vida fue el más feliz.”

Mi amigo Juan me dejó estos tres auténticos regalos en forma de relatos, os recomiendo que los leáis. Me interesan los comentarios de mujeres, lesbianas o bisexuales, que les guste relaciones maduras y que cuiden de su lencería como yo.

CON UNA COMPAÑERA DE INSTITUTO II



CON UNA COMPAÑERA DE INSTITUTO II

CON UNA COMPAÑERA DE INSTITUTO II Sorbió todos mis fluidos y poco a poco se fue girando hasta colocarse en un sesenta y nueve

Terminaba mi relato anterior pensando si sería bueno acompañar a mi amiga profesora al sótano, ella llevaba casi dos años sin tener relaciones y estaba muy caliente. Dicen que la amistad acaba cuando hay algo más. Gracias por sus muchos mensajes. Pero la suerte estaba echada, bajamos las escaleras corriendo como dos colegialas, sin usar el ascensor porque no nos viera nadie bajar.
El departamento de Meche estaba en el sótano norte, a pesar de ser oscuro estaba acogedoramente decorado, con cuadros impresionistas de Monet y Van Gogh, algún Renoir al fondo. Al entrar a la derecha una mesa grande tipo despacho y al otro lado un sofá mediano, de dos plazas.
-Sabes, Loli, algunas noche me he quedado trabajando aquí porque no soportaba volver a casa.

-¿Y dónde dejaste a tu bebé? -Como no pude darle de mamar se alimentaba con biberón y mi madre se fue unos días a mi casa. Ella pensaba que era porque yo tenía mucho que hacer con los exámenes. En realidad no podía más y aquí me aliviaba un poco.

-Quieres decir...
-No vayas a pensar que he caído en las redes de Roberto el profe de música. Mira...
Se acercó al cajón de la mesa. Lo abrió. Apareció ante nosotras un gran vibrador negro, con sus venas y todo.

-Es lo más caro que tenían en el Sex shop. Dicen que es como una de verdad, pero a pilas. Tócala ya verás como está hasta caliente. Era verdad, con los ojos cerrados apenas distingues la diferencia.
-Pues con esto y mis propios deditos me alivié un par de noches porque no podía más. ¿Sabes lo que son dos años sin meterte nada y sin ser querida físicamente por nadie? -Si te contara mi vida sería demasiado triste para que lo soportaras. Pero me ibas a enseñar algo...
-Bueno, en realidad, ponte cómoda aquí en el sillón. Yo me voy a cambiar, tengo un biombo ahí. Esto es casi como un apartamento pequeño, hay hasta ducha. Lo hicieron en la reforma.

Tuve que hacerle algunos favores especiales al director, ese gran cerdo me poseyó unas cuantas veces hasta que se cansó y me dejó en paz, pero creo que valió la pena lo que conseguí.
-Así que te hizo un picadero en el instituto.
-Sí, aquí lo hice por primera ver con mi marido, cuando nos conocimos. Y creo que fue aquí donde se aficionó a la pornografía porque empezamos a ver pelis porno los sábados por la noche mientras nos magreábamos y acabábamos haciéndolo como locos toda la noche. Ahora ya ves no me necesita para aliviarse. Pero es igual, ahora a mí también me sirve para masturbarme viendo pelis de lesbianas cuando no tengo clase. Espera, me voy a cambiar ya vuelvo. No te vayas cielo.
En el extremo del cuarto había un biombo rosa donde empecé a ver asomarse por arriba la ropa que llevaba Meche, parece que se estaba desnudando. Apareció a mi vista con una especie de pareo muy c mi tanguita se había mojado o necesitaba más tiempo. Descubrió lo que imaginaba, mi tanguita hilo dental estaba chorreando. Llevó su mano mojada en mis jugos a su boca, chupó con fruición los juguitos.
-Cariño, estás mojadita, casi tanto como yo. Mira como me tienes. Te deseo.
Acercó mi mano a su conejito peludito y comprobé que su calentura era mayor de lo que yo pensaba, eso solo con un beso cálido y unas caricias. Se quitó el pareo y dejó al aire sus pechos enormes que botaron al liberarse y su conejo abultado, por lo demás se dejó los ligueros y las medias negras, cosa que a mí me pone mucho.
Me arrancó la blusa, sacó mis pechos de su prisión y besó mis pezones, bajó la cremallera de mi falda y me acarició y dio un cachetito en mis cachetes. Arrancó mi tanga de encaje y acercó con desesperación su boca a mi vaginita chorreante. Mientras me succionaba y chupeteaba, penetrándome con su lengua yo me moría de placer, su lengua era demasiado habilidosa jugando con mi clítoris que ardía en su boca. La mujer que no lo haya probado no sabe lo que se pierde, hágalo al menos una vez en su vida, verá la diferencia a cuando te lo hace un hombre.
Yo le acariciaba sus pechos y se los amasaba despacio con cariño notando como gemía de placer y me mordía en mis labios vaginales. No pude m&aac


ute;s y tuve mi primer orgasmo. Sorbió todos mis fluidos y poco a poco se fue girando hasta colocarse en un sesenta y nueve. Ya tenía ganas yo de chupar ese coñito que llevada un rato oliendo a mujer desesperada y hambrienta. Estuvimos como dos horas más en diferentes posturas gimiendo, gritando y amándonos todo lo que nuestro corazón pudo dar de sí. Tuvimos al menos cuatro orgasmos cada una y rendidas caímos en el sofá unos minutos. Afortunadamente por aquel sótano no pasaba nadie porque de lo contrario nos hubieran oído porque las dos somos un poco escandalosas al acabar. Nadie nos echó en falta porque no teníamos más clases ese día. Nos hubiera gustado quedarnos a dormir juntas allí mismo, pero Meche tenía que atender a su niña y teníamos que cambiarnos de ropa para las clases del día siguiente.
Nos despedimos con un largo beso abrazadas. ¡Qué será de nosotras! No sé si podremos seguir trabajando juntas sin que nadie note lo que hemos hecho, lo que nos deseamos. Realmente tal vez sea un subidón y no sea amor sino puro sexo. Tal vez no importe que nos veamos cada día, que miremos nuestras voluptuosidades y nos quedemos igual, tal vez aunque haya un sitio donde poder desahogarnos no acudamos cada día allí a satisfacer nuestro deseo, tal vez no nos descubran nuestros alumnos de la mano embelesadas por un pasillo, dándonos un morreo o en los lavabos de profesoras salir colocando nuestras ropas después de una sesión más o menos rápida de sexo. Yo como estoy sola no tengo problema, pero el caso de ella es muy diferente, ¿puede una madre olvidarse de su familia y entregarse a un amor lésbico desenfrenado? Tal vez su marido deje de ver pornografía de jovencitas adolescentes y le dé su ración diaria a su querida mujercita. Son demasiadas incógnitas y eso deja muy abierta nuestra historia, nuestra vida. No soporto la espera, que llegue pronto el próximo día, para ver a Meche... mi querida Meche.
Me interesa la opinión de mujeres maduritas como yo con alguna experiencia lésbica, aunque sean bisexuales, que me digan si creen que nuestra relación puede mantenerse a pesar de trabajar juntas. Ya sabéis lo que los hombres que donde tengas la olla no metas la polla.
Soy doloresxxx me interesa mucho vuest HREF="http://www.marqueze.net/nuevo.html"> Novedades

ENTRE PROFESORES



ENTRE PROFESORES

ENTRE PROFESORES
Madura, hetero, polvazo. Una profesora perfecta en todos los sentidos había llegado nueva al instituto. Con la excusa de arreglar un desperfecto le invitó a su casa, sin saber que ella llevaba otras intenciones.

Soy Loli. Lo siguiente es lo que me pasó con un profesor colega pero para
darle un aire diferente me ha gustado publicar la historia desde el punto de
vista de él, cómo vio lo sucedido y cómo lo disfrutamos, espero que os guste
y que me pueda escribir alguna profesora o mujer que sienta la misma
necesidad que yo, de disfrutar de sexo intensamente y cada día, con
profesores, alumnos, o madres de alumnos y alumnas o profesora, o todos
juntos, jajaja.

Bueno, como me pides que cuente nuestra historia para disfrute de los
lectores de marqueze, el asunto comenzó este curso. Soy profesor en un
instituto de secundaria. Doy Latín. Pues bueno, a principios de septiembre
se presentó una compañera nueva de Cultura clásica. Ella es Loli. Esa eres
tú.
Cuando entró en la Sala de Profesores, las miradas de todos incluso las de
ellas se dirigieron sobre su cuerpo.
Mediana edad, 36 años, alta 178, morena, pelo largo, cuerpo muy estilizado,
las curvas muy bien puestas, pero sobre todo un rostro casi perfecto,
ovalado, ojos claros con mirada profunda, nariz fina y labios muy gruesos y
carnosos con una melena larga castaña. Si recuerdas a Sofia Loren, es su
doble. Perfecta. Además sus prendas de vestir al igual que sus movimientos
reflejaban clase.
Es una persona abierta en sus relaciones, por lo que pronto conectamos. Yo
también lo soy.
Ella es de Madrid y no conduce, por lo que en principio pensó en alquilar un
piso pequeño para residir. Preguntó si alguien conocíamos alguno y yo le
dije que mi hermana disponía de uno libre muy cerca del centro. Le pareció
bien. Les puse en contacto y se arreglaron
Todo funcionaba normal, eso sí, con una relación agradable, era una chica
maja en todos los aspectos.
Un día en el centro me dijo que no le funcionaba muy bien el termo, que se
lo dijera a mi hermana para que lo arreglaran. Le dije que posiblemente no
fuera del termo sino de un enchufe que causaba antes problemas. Entonces me
dijo que si lo podía mirar y no hacia falta llamar al técnico.
Acepte, pues no vi segundas intenciones. Acabamos la sesión y como los dos
teníamos libre nos acercamos al piso un momento. Lo observe y era el
enchufe. Se arregló enseguida.
Al terminar me evito a un café. Yo lo veía normal entre compañeros. Nos
sentamos y empezamos a hablar de nuestras vidas y problemas. Ella me dijo
que estaba un poco molesta por como la miraba toda la gente del instituto.
Decía que muchos se la comían con los ojos y no se sentía
cómoda. Yo le respondí que no se preocupara, que tenía la suerte de tener
aquello que todas las mujeres deseaban, un buen cuerpo.
Entonces ella jugo fuerte y me dijo Para que quiero un buen cuerpo si
no tengo con quien compartirlo? Ahí me dejo cortado. Reaccione
diciéndole Será por que no quieres, porque gente hay de sobra que
soñamos con un cuerpo así Me dijo Tu también? Yo
también soy hombre.
Ahí ya no nos lo pensamos y nos dimos un buen beso. Le dije que siempre soñé
con besar esos labios con deseo.
Ella me dijo que no podía soportar estar tan sola y empezó a acariciarme
todo el cuerpo. Yo igual, me gustaba acariciar sus pechos por encima de la
blusa
No llevaba sujetador y enseguida se pusieron tersos, marcando los pezones.
Se los pellizcaba ligeramente. Estábamos que ardíamos
En un santiamén nos desnudamos, disponíamos de 45 minutos (Sesión + patio=
1h 15 m)
Rápidamente se me bajo a mi sexo y empezó a disfrutarlo como una golosa. Yo
me dejaba hacer. Después se me puso invertida sobre mí (69) y ahí nos lo
comimos todo. Estaba encharcada de sus jugos, yo igual. No pare de beber de
aquel manantial mientras me aferraba a sus nalgas para profundizar mas con
mi lengua, mientras la recorría por completo
Cada vez que le rozaba su duro clítoris ella se estremecía y saltaba. Hasta
que llego un momento en que no podí


;a más y me venía. Se lo dije pero ella
siguió. Me vine en ella.
Cuando se incorporo, nos quedamos mirando con deseo, estábamos serenos. Pero
el tiempo se nos echaba encima. Nos aseamos y vestimos.
Me dijo Me gustaría que lo repitiéramos, lo necesito. Esto es lo que
nadie conocéis de mí. Necesito sexo permanentemente. Pero no quiero dar esa
imagen públicamente.
Le dije que me encantaba hacerlo siempre que podía, pero solo quería sexo.
No quiero sentimientos ni complicaciones familiares porque estoy casado. Me
dijo que me entendía perfectamente y que me respetaría.
Seguimos trabajando igual que si nada hubiera pasado. A la semana siguiente,
un día por la mañana me pregunto como tenía el día. Yo tenía dos horas
libres en el departamento y ella me dijo que me haría luego una consulta.
Cuando acabe la clase, subí al departamento, allí nunca hay nadie. Al
momento se presenta ella. Nos besamos apasionadamente y la tumbe encima de
la mesa. Yo me senté entre sus piernas. Le baje su diminuta braguita y pase
sus piernas por mis hombros. Empecé a comérselo como hacía tiempo no lo
hacía. Ella se retorcía de gusto. Estábamos ardiendo. Cuando no podía más me
dijo métemela, tengo ganas de sentirte esta vez dentro de mí. Además
la tienes hermosa, sobre todo gruesa. Que suerte tiene tu mujer.
Sin pensarlo dos veces la cogí por los muslos y le acerque mi pene, estaba
tremendo y con ganas de explorar por su cuenta. Rápidamente nos acoplamos y
empezamos ese mete y saca que tanto nos gusta a los adultos, o no es cierto?
Sobre todo sentir ese chop, chop acompasado cada vez que nuestros genitales
chocan entre sí lubricados por nuestros flujos. Es un sonido que me sube
enseguida. Lo estoy escribiendo y se me esta subiendo de pensarlo.
Estuvimos así un buen rato hasta que la cogí por las axilas y la levante
para sentarla sobre mi sexo. Estábamos follando como locos. Yo de pie
sosteniéndola a ella por las nalgas. Ella con las piernas rodeándome mis
caderas y abrazándome. Así hasta que no pude más y nos corrimos mutuamente
quedándonos quietos. Gozamos ampliamente.
Finalmente nos aseamos un poco no sin antes darnos un tremendo beso''
Bueno, es la historia desde la perspectiva de mi amigo Pedro.

SEXO CON UNA PROFESORA



Sexo con una profesora

Sexo con una profesora
Lésbica, primera vez. Su primera experiencia lésbica gozando del sexo con una profesora compañera del instituto

En el relato "Mi alumno preferido" les decía que soy algo
madurita, 36 años, pelo rizado, largo y castaño, ojos verdes, labios
perfilados, soy de España y soy profesora de Cultura Clásica, mido 1,70,
tengo buenas piernas, firmes, porque nunca me ha gustado la flaccidez y me
he esforzado por evitar ciertos alimentos, buenos pechos, aunque no tuve
hijos en mi matrimonio pero mi talla es 100 C de completa. Tengo aureola
rosada como dos centímetros de radio de circunferencia y mis pezones aún en
reposo destacan si me pongo un sujetador un poco transparente sobresalen y
se nota un bultito, lo que hace que parezca que estoy excitada
permanentemente, lo cual no es cierto aunque soy muy ardiente. Cuando me
excito mis pezones sobresalen como 1,5 cm y se ponen gordos y duritos, eso
me sucede cuando hago el amor y tengo un orgasmo, también cuando me estimulo
con las manos o me besan y chupan los pechos. Por lo demás mi cintura es de
65 cm, o sea que no estoy nada mal, buenas caderas 110 cm, el culo respingon
y blanquito, muy suave y dicen que da mucho placer acariciarlo. Mi
entrepierna está semidepilada, el vello es de un color castaño claro,
tirando a pelirrojo, muchos me han dicho que nunca habían visto ese tono en
el coño pero he podido ver en Marqueze fotos de chicas con color mucho más
rojo y llamativo. Los labios vaginales prominentes, por eso tengo que llevar
bragas o ropas que no abulten en esa parte porque ya tengo el monte muy
abultado, a mi madre le pasaba lo mismo, es cosa de familia. Mi clítoris
tiene un capuchón oscuro que cuando se despierta rivaliza con algunos penes,
sobresale y se puede ver entre mi vagina y descarga una abundancia de un
flujo blanquecino y muy caliente, algunos hombres se han sorprendido
agradablemente al estarme penetrando y rozando el botoncito, se han admirado
y han eyaculado poco después de recibir mis flujos en gran cantidad, alguno
ha pensado que tengo mal la retención de orina pero es que soy un poco
especial cuando orgasmo. Además no puede dejar de gritar cuando un hombre o
mujer da con mi punto G, un lugar que algunos han encontrado y casi me
vuelven loca porque tengo orgasmos muy repetidos y encadenados, una ocasión
tuve más de 15 en 10 minutos.
Pues bien tras esta larga descripción les contaba el otro día que lo hice
con un alumno en mi casa, soy muy ardiente y esta sensación de hacerlo con
un jovencito me excitó mucho. No obstante yo quería probar algo nuevo
hacerlo con una mujer. Había llegado como interina una chica muy guapa,
rubia, alta y con buen cuerpo, muy simpática y agradable. Estaba un poco
perdida y yo recordaba que cuando llegué al instituto me sentía igual y
aprecié mucho que los compañeros me echaran un cable, me ayudaran e
indicaran las cosas más importantes y los trámites necesarios.
Me llamó la atención tan pronto como la vi. Era muy atractiva y sin saber
por qué, yo hasta entonces no pensaba que fuera bisexual, lo hice con mi
marido y con algún alumno pero ahora experimentaba excitación al ver a esta
mujer. Me hice muy amiga suya, quedábamos en los recreos para tomar un café,
hablamos de todo, era soltera y no tenía novio, pasaba la tarde preparando
las clases. Uno de estos días mientras me hablaba acerqué mi mano a la suya
y la miré a los ojos. Ella se sorprendió y asustó un poco, pero no retiró la
mano. Le dije que me caía muy bien y quería que viniera a mi casa una tarde
para charlar y ver una película. Le explique que soy viuda y que me siento
un poco sola pero no pensé que fuera buena idea entrar en detalles de lo
caliente que soy y que me sentía muy excitada cuando hablábamos, tanto que
en ese momento estaba súper mojada, que mis bragas estaban encharcadas y que
cuando terminaba de hablar con ella me iba al servicio y me hacía dedo pues
mi clítoris no podía más y tenía un picor muy fuerte ahí abajo. Ella accedió
a mis deseos y quedamos para el miércoles.
Se presentó


; puntual en mi casa, yo llevaba ropa sensual y ligera, mi
sujetador transparente que marcaba mis pezones, mis bragas negras de seda
que dejaban notar mis vellos y monte, mis medias y ligueros negros y encima
una bata muy fina de encaje que dejaba entrever todo mi cuerpo curvado. Noté
que ella me miraba de arriba abajo sin que se notara mucho pero enseguida me
di cuenta que sentía una sensación extraña. Ella venía con una minifalda de
cuero negro y una blusa roja, bastante discreta pero marcando un precioso
cuerpo que me puso los pezones en erección tan pronto la vi.
Le dije que se pusiera cómoda que iba a preparar algo para picar y enseguida
podíamos ver una película que había alquilado. Al comenzar la grabación
apareció el título Las monjitas folladoras. Me miró con una
cara extrañada, pero es que es una peli porno? Pensé que no te importaría, a
mí me ponen las pelis de monjas que se lo hacen a dedo o cirio. Si te
molesta la quito. No, no, nunca he visto una. Las escenas eran muy
excitantes, una de las monjas era más experimentada y enseñaba a sacar
placer a otra novicia, la desnudada, besaba y acariciaba por todo su cuerpo.
La novicia experimentaba sensaciones muy fuertes por todo su cuerpo por
primera vez. Tere y yo estábamos viendo la peli en el sofá, nuestros cuerpos
no se tocaban pero estaban próximos. Subí las piernas al sofá y dejé que la
bata se abriera un poco mostrando mis medias y parte de mis bragas. Dejé que
ella viera que me estaba excitando y que me acariciaba con una mano entre
mis piernas, muy despacio. La miré de reojo, ella me miraba y miraba la
película, suspiraba más rápido, casi temblaba. Muy despacio acerqué mi mano
a la suya, la puse encima y la acariciaba muy despacio. Ella seguía
suspirando en silencio, se notaba su respiración cada vez más rápida. Se
notaba que era su primera experiencia lésbica y estaba conmocionada, no
sabía que se podía excitar así con una mujer. Yo estaba cada vez más mojada
con todos estos sucesos, mi mano me entraba por la braguita haciéndola a un
lado, mis vellos púbicos ya asomaban y con una dedo me frotaba el clítoris
que ya sobresalía un poco. Mi otra mano seguía acariciando a Tere, ahora su
brazo y su hombro. Ella no decía nada. En la película la novicia ya estaba
desnuda y sor Inés besaba y chupaba todo su cuerpo, acariciaba sus caderas y
sus nalgas blanquitas, besaba sus hombros y se acercaba a sus pechos de buen
tamaño, blanquitos y con los pezones vírgenes y rositas que crecían por
momentos al experimentar esas fuertes sensaciones. Su lengua estaba sobre
sus aureolas y pezones, su mano por encima de su chochito, acariciando,
masajeando. Los gemidos de sor Inés y sor Eva se mezclaban con los de Tere y
los míos. Me giré un poco y pasé una pierna por detrás de Tere y otra la
puse encima de sus piernas, sin decir nada, sin pedirle permiso. Ella seguía
sentada, atenta al televisor y sintiendo algo desconocido para ella, gozar
del sexo con una profesora compañera del instituto. Mis medias ya tenían
contacto con sus piernas que aparecían desnudas hasta el muslo pues su
minifalda se había ido subiendo con la emoción. Por detrás mi pierna
enfundada en la media acariciaba su trasero, todavía con la falda puesta. De
reojo podía ver mi vagina asomar entre mis bragas negras minúsculas y mi
mano derecha acariciando mi clítoris. Con la otra mano seguían mis
caricias, por su espalda, buscando el broche del sujetador, intentando
quitárselo despacio casi como una caricia. En la tele las monjas estaban ya
desnudas, sor Inés con sus grandes pechos y pezones negros acariciaba los de
Eva con fruición, mezclando sus salivas con besos muy húmedos en los que
casi se mordían las lenguas y los labios. Tere se estaba excitando mucho
porque se veía como sus pezones crecían y su lengua salía de su boca como
babeando, con un gran deseo y excitación, llevo una mano a mi rodilla y la
empezó a acariciar, de arriba abajo. Era lo que yo estaba esperando, la
confirmación de que ella quería que siguiésemos. Las monj

as ya follaban como
locas, hacía un 69 y una chupaba el coño a la otra y viceversa. Gritaban y
chillaban de excitación, poco después sacaron lo que parecía dos cirios bien
afilados y se los introducían en sus coños peludos y negros como una selva
virgen. Mete y saca acompasado, gemidos, gritos, suspiros y orgasmos
repetidos. Tere y yo no podíamos más, seguíamos acariciándonos, Tere con más
timidez pero poco a poco iba siendo más atrevida. Yo me quité la bata y me
quedé en sujetador, bragas, liguero y medias. Empecé a desabrochar la blusa
de Tere y a meter mi mano debajo para acariciar en su pecho y espalda
directamente. Busqué en la mesita un vibrador y me lo metí en la vagina para
que hiciera caricias en mi clítoris mientras me movía al acariciarla. Con
una mano quité el sujetador a Tere, que dio un respingo pero estaba demasiado
excitada y gozando de placer para negarse. Sus pechos saltaron con emoción
como alegres. Empecé a tocar sus tetas por encima de la blusa que todavía
llevaba un poco caída y desabrochada. Mi otra mano estaba buscando la
cremallera de su falda, ya la encontró y estaba bajándola poco a poco. Ella
por fin se levanto, se quitó la falda y la blusa y quedó como yo en
sujetador, bragas y medias. Se quitó el sujetador que yo le había
desabrochado y pude contemplar el maravilloso espectáculo de sus pechos
enormes y rígidos, con unos grandes pezones asomando y saludando el precioso
día. No pude más y mis manos se dirigieron a sus pechos, los acaricie y
masajee por nos minutos, a ritmo acompasado. Ella estaba muy excitada y me
empezó a besar y a morder en mi cuello y lóbulos de la oreja. Se sentó a
horcajadas, sobre el sofá las dos una frente a otra. Ya no prestábamos
atención a la película, de reojo vi que una monja más se acercaba a las
otras dos y se desnudaba y besaban y follaban entre las tres. Nos excitaba
oír los suspiros, gemidos y gritos de la película aunque no la mirábamos ya.
Nos acariciábamos sin pudor. Nos quitamos las bragas y sujetador, sólo
manteníamos las medias porque a mi me excita hacerlo con ellas puestas. Nos
tumbamos en el sofá ella abajo y yo tomando la iniciativa, besando y
acariciando cada centímetro de su piel. Ambas estábamos muy mojada y con
nuestro clítoris ardiendo y al rojo vivo, ella tenía un clítoris oscuro
gordo y pequeño con un capuchón más grande que el mío. Hicimos un 69,
chupamos nuestros flujos con fruición y olvidando la hora, llevábamos casi
dos horas desde que llegó Tere a mi casa. Habíamos tenidos varios orgasmos
con nuestras caricias, besos, meter los dedos respectivos y usando mi
vibrador. Le dije que se diera la vuelta que quería besar su culo, se lo
chupé y metí mi lengua poco a poco en la entrada de su ano, sabía raro, como
amargo pero eso me excitó mucho, mientras con mi otra mano pellizcaba su
clítoris chorreante y ella se acariciaba y amasaba con fuerza los pechos.
Estábamos rendidas y satisfechas. Nos tumbamos abrazadas durante una media
hora, semi inconscientes, en la gloria, gozando de la ultimas sensaciones.
Tere, nos vamos a la cama? Le dije cariñosa al oído. Estábamos desnudas y
nos fuimos abrazadas y mirando nuestros cuerpos. Tere tenía unos pechos
preciosas que yo había amasado y saboreado pero ahora quería ver más de
cerca su coño y todo lo demás. Yo seguía tomando la iniciativa. Comencé a
besarla, la mejilla, la oreja, el cuello. Ya íbamos tomando temperatura,
noté que ella me hacía lo mismo, que me estaba excitando con su manos sobre
mi cuerpo caliente. Fui bajando hasta llegar a sus pezones que lengueteé
incesantemente y los embadurné de saliva que luego esparcía por sus aureola
y el resto del pecho. Ella de tocaba en su coño con una mano y el mío con la
otra, metía un dedo y luego dos, metiendo y sacando. Ya estábamos a 100,
queríamos corrernos otra vez, esta ocasión con la suavidad de las sábanas y
edredones. Bajé mi boca aún más hasta su coño,

que abrí con mis manos y
acerqué mi lengua y metí y chupé escuchando que empezaba a gemir y a emitir
grititos de placer. No sé si Tere lo había hecho antes o era virgen pero
tenía el coño muy cerrado y un solo dedo rozaba bastante con sus paredes
vaginales. Seguí frotando y ella seguía expulsando liquido abundante que yo
me llevaba a mi boca y luego a la suya para que supiera a cómo le sabia su
coño. Hice lo mismo con mis flujos, empapé mi mano y se lo día a beber hasta
sus labios que chupó como si se desviviera. Hicimos un 69, no chupamos
respectivamente mientras con las manos masajeábamos nuestros culos y nos
introducíamos un dedo por el ano. Así hasta que tuvimos varios orgasmos
simultáneos y acabamos cansadas y satisfechas. Continué un poco más
Con caricias por todo el cuerpo, besos, chupetones en nuestros coños,
mojadas con nuestros flujos abundantes. Quedamos rendidas y nos fundimos en
un profundo beso.
Media hora después nos levantamos, nos pusimos a preparar algo para cenar,
estábamos desnudas y frecuentemente con el roce nos excitábamos y decíamos
al oído lo mucho que habíamos gozado y nos acariciábamos el trasero y el
coño, a la vez que nos íbamos introduciendo cosas que servirían para la
ensalada, cebolla, ajos, espárragos y zanahorias. Todo muy excitantes. Nos
sentamos muy juntas, rozando nuestros muslos y solo vestidas con sujetador y
bragas. Nos acariciamos continuamente por debajo de la mesa. ¿En qué iría a
parar todo esto? ¿Cómo podíamos seguir juntas trabajando como profesoras en
el instituto sin que se nos notara lo que pasaba? Por otro lado yo tenía la
fantasía de hacerlo con alguna alumna y con alguna madre de alumnos. No me
lo podía quitar de la cabeza. ¿Qué podía hacer?
Me gustaría mucho me escribiese alguna chica sin experiencia pero con
fantasías o mujeres que me puedan orientar o sugerir como continuar haciendo
realidad mis muchas fantasías. Gracias y un beso a todas en sus coñitos de
miel

LOLI, LA PROFESORA - ME TUMBO EN EL SOFA DE CUERO NEGRO, CON LAS PIERNAS ABIERTAS, ME ACARICIO LENTAMENTE CADA PARTE DE MI CUERPO, CERRE LOS OJOS, EST


LOLI, LA PROFESORA - Me tumbo en el sofa de cuero negro, con las piernas abiertas, me acaricio lentamente cada parte de mi cuerpo, cerre los ojos, estaba muy excitada y gozando unas sensaciones increibles

LOLI, LA PROFESORA Me tumbó en el sofá de cuero negro, con las piernas abiertas, me acarició lentamente cada parte de mi cuerpo, cerré los ojos, estaba muy excitada y gozando unas sensaciones increíbles

Hola soy Lola, algunos/as recordarán mis relatos. Soy profesora de enseñanza secundaria de la asignatura de cultura clásica. Tengo 36 años. Lamentablemente tras dos años de matrimonio mi marido tuvo un accidente y murió. Siempre me ha gustado lo sexy y morboso, la ropa ajustada, medias de seda y ligueros, sujetadores pequeños y apretados. La verdad es que estoy muy bien, tengo unos pechos grandecitos (pecho que la mano no cubre no es pecho sino ubre), y caderas adecuadas, mido 1,75 y soy pelirroja, ojos verdes.

Bueno, fue muy dura la muerte de mi marido, los primeros años me costaba vestir atractiva como a mi me gusta. Con mi marido todo iba bien, él no era muy bueno en la cama pero yo tampoco conocía nada mejor, él acababa pronto y apenas me acariciaba, yo misma me tocaba cuando él se daba la vuelta para dormir. Pero éramos felices y para mí supuso un jarro de agua fría su muerte.

Pasó el tiempo y me envolví más en mi trabajo como profesora, poco a poco empecé a vivir de nuevo. A veces salía con otras profesoras los fines de semana, viajes culturales, recreación. Por fin volví a mis gustos, ropa ajustada, minifaldas. Medias negras y zapatos de tacón. Miraba a mis alumnos de un modo provocativo, me sentaba en la mesa con las piernas abiertas, notaba como se ponían nerviosos y eso me gustaba, me parecía increíble que unos jóvenes vigorosos de 18/19 años se sintieran provocados por su madura profesora de 35. Lo que más me llamó la atención es que no solo los jóvenes sino algunas chicas me miraban a las piernas parecía buscar con sus mirada lujuriosa lo que había debajo de mis cortas faldas, mi ropa interior, casi siempre tangas negros, mis pechos que apuntaban a sus mejillas sonrosadas.

A veces he ido a dar las clases con mallas y sujetador que solo agarra por abajo, dejando los pezones y aureolas visibles. Por cierto tengo pezones prominentes aunque no esté excitada, como de un dedo de grosor. El caso es que me ponía a cien el ver como mis alumnos no podían atender a mis explicaciones y querían venir a preguntarme cosas al final de la clase para acercarse a mí y mirarme de cerca los pechos y trasero, piernas y todo lo demás. A comienzos del año me nombraron tutora de uno de los cursos. Así que por diferentes motivos tenía que llamar a los padres para preguntar por los chicos, si tenían alguna dificultad y cómo podíamos colaborar para que aprovechara mejor las clases. Aquel lunes tenía que llamar al padre de Eva que es una de mis alumnas más aplicada.

Últimamente había notado que no me atendía, se despistaba y no me preguntaba las dudas como antes, hizo mal un examen y eso me sonó mal, algo le preocupaba. Llamé a su casa, el contestador me indicó que dejara mi mensaje, dejé mi número de teléfono y pedí que me llamaran esa misma tarde. Cuando llegué a casa sonaba el teléfono, era el padre de Eva, me dijo que se llamaba Juan y que me agradecía mucho mi interés, que se notaba que era una buena profesora por tratar de ayudar a los alumnos. Me dijo que era divorciado y que le resultaba muy difícil criar a una chica como Eva, tan introvertida y en esa edad tan difícil, que necesitaba de mi ayuda. Quedamos en que yo le visitara en su casa y así podíamos hablar más extensamente.

Como a las 7 de la tarde del lunes, me dirigí a su casa, me esperaba, había puesto música suave y luz tenue. Yo, no sé porqué, me esmeré en mi arreglo personal, una minifalda negra, blusa semitransparente roja que dejaba ver un poco mis pechos marcando pezones y medias de red negra, braguitas negras de encaje y ligueros. No sé porqué iba tan provocativa, estaba trabajando o al menos debía ser la razón de mi entrevista. Juan estaba vestido con una camisa de rayas y pantalón corto. Era un hombre alto, moreno, con una barbita arreglada muy sexy, tenía mi edad, ojos azules y pelo rizado. Sonreímos, me hizo pasar y ponerme cómoda. Me sirvió un gintonic. Hablamos de Eva, de lo buena chica que e


ra y de cómo ayudarla, pero enseguida pasamos a hablar de lo solo que estaba, que su mujer le dejó por su mejor amigo y que desde entonces estaba triste y deprimido. Yo le dije que también estaba sola, que era viuda.

A medida que hablábamos, la música, el alcohol, la simpatía, las sonrisas nos iban envolviendo. Me dijo que me iba a pedir una tontería pero que al verme, le apetecía mucho que bailásemos una de esas canciones lentas. Me ruboricé pero acepté. Su mano se posó sobre mi espalda, acariciándome por debajo de la hebilla de mi sujetador, me acarició el cuello, el pelo, empujó mi cabecita sobre su hombro y me hablaba al oído, me dijo que había muchos meses que no se sentía tan feliz. Mi cuerpo estaba muy cerca del suyo, así que empecé a notar algo que crecía entre sus piernas. La situación me iba calentando, notaba que me chochito segregaba un fluido viscoso, mis braguitas se mojaban. A él debía pasarle algo parecido porque noté una mancha en la zona que se abultaba en sus pantalones. Sus labios estaban cerca de los míos, poco a poco se acercaron. Nos besamos, un besos largo, al principio solo labios, luego abrió un poco la boca e introdujo la punta de su lengua en mi boca, yo hice lo mismo, nos besuqueamos durante unos 10 minutos. Me dijo que nos sentáramos en el sofá, de frente, sin palabras, nuestras manos llevaban la voz cantante. Me besaba por el cuello, los brazos, entre mis pechos.

Sus manos jugaban por mi espalda a intentar desabrochar mi minúsculo sujetador, al final lo logró, me fue desabrochando la blusa mientras nos besábamos, yo hacía lo mismo con su camisa. En menos de un minuto yo estaba tan solo con mi tanga negro y mis medias y liguero. Mis pechos estaban al aire, él no paraba de mirarlos con profundo deseo, con avaricia, se le salían los ojos de las orbitas, imaginando los que se iba a comer en pocos minutos, después de pasar hambre durante meses, menudo atracón se iba a dar. Yo también imaginaba lo que sentiría con aquel aparato enorme dentro de mí, porque aunque no se había quitado el slip, apuntaba un tamaño enorme, mayor del que nunca había visto ni siquiera en revistas. Me tumbó en el sofá de cuero negro, con las piernas abiertas, me acarició lentamente cada parte de mi cuerpo, cerré los ojos, estaba muy excitada y gozando unas sensaciones increíbles. Mientras él me acariciaba, noté un ruido, como una puerta que se abría, pero no le dí importancia, seguía gozando, oía un ligero susurro. De repente unas manos me acariciaban los pies, los tobillos, por encima de mis medias, era un tacto diferente, unas manos que me parecía más suaves y pequeñas, subían por la parte interior de mis piernas, muy suavemente, otras manos tocaban mis pechos y pellizcaban mis pezones.

Ahora estaba segura, había al menos dos personas, pero yo seguía disfrutando con los ojos cerrados, cada vez expulsaba más flujos por mi depilado coñito y mis rosados y salientes labios vaginales, unos deditos recogían ese líquido aunque era tal la cantidad que noté que el sofá se mojaba. Unas manos suaves me acariciaban y parecían buscar algo, sí, por fin, era mi clítoris que a esta alturas ya sobresalía un poco, me acarició y pellizcó con cariño.

Mientras tanto las otras manos seguían acariciando y amasando, besando y chupando mis pechos turgentes, no recordaba nada parecido, era un placer excesivo, inconmensurable. No podía aguantar la curiosidad. ¿A quien pertenecían esas manos suaves que me acariciaban la entrepierna y el culito por detrás? ¿Quién me estaba llevando al cielo al acercar su lengüita cálida y labios a mi coñito lengüeteando cada vez más, succionando mis jugos con esa habilidad que me estaba volviendo loca?

Por favor, me gustaría que me escribieran mujeres con instintos sexuales tan fuertes como los míos, que les guste la lencería, medias, ropa sexy, maduras y relaciones filiales. En castellano y en inglés. A mi correo.

AL ACABAR LAS CLASES - ESTABAMOS LOS TRES EN PELOTAS Y UNO SUBIA OTRO BAJABA, OTRO CHUPABA, OTRO AMASABA. YO LES METIA UN DEDO POR EL CULO


AL ACABAR LAS CLASES - Estabamos los tres en pelotas y uno subia otro bajaba, otro chupaba, otro amasaba. Yo les metia un dedo por el culo

AL ACABAR LAS CLASES Estábamos los tres en pelotas y uno subía otro bajaba, otro chupaba, otro amasaba. Yo les metía un dedo por el culo

Era una mañana de otoño, algo fresquita, por lo que me había puesto una rebequita sobre mi vestido que dejaba al aire mis hombros bronceados por el sol del verano. Llevaba no obstante una minifalda negra y medias del mismo color, de lycra con una rejilla muy tupida que dejara ver mis piernas bien torneadas.

Siempre me ha gustado vestir muy sexy y que los hombres y mujeres se giraran o pusieran su vista sobre mi cuerpo. Los que han leído otros relatos sobre mí ya me conocen. Mi vida no ha sido fácil, he tenido a mi edad, madura pero joven, que soportar el dolor del fallecimiento de mi esposo. Soy muy caliente y no pierdo desde entonces ninguna ocasión para dar y darme placer.

Mi blusa roja, apenas dejaba oculta mi delantera, de la que siempre me he sentido orgullosa, pechos grandes y levantados, pezones excitados y abultados en todo tiempo y con gran facilidad para crecer de tamaño si algo me pone a punto. Todo ello cubierto con un suje que me agarraba de abajo pero sin apenas notarse por la escasez de tela, un minibra.

Pensando qué me depararía ese día me acercaba al instituto y mi mirada se cruzó con la de la directora, Isabel, de la que mis lectores ya saben que estuvimos juntas y nos hicimos muy amigas compartiendo intimidades y fluidos al principio de curso, cosa que me ayudó a conseguir un magnífico horario para mis clases. Isabel me sonrió y guiñó un ojo, le dije que luego nos veíamos y si salía a la una de la tarde nos podíamos ir juntas. Me dijo que haría todo lo posible pues quería que comiéramos juntas.

Sólo de pensar en lo que me esperaba noté que mis braguitas tanga minúsculas se empezaban a encharcar.

El curso había empezado bien pero en mi clase había dos alumnos, Luis y Juan, que me crispaban un poco. No se portaban bien y más de una vez había notado que me desafiaban sobre algunas explicaciones que yo daba en la clase. Eran repetidores y ya se sabe que todo lo saben y no escuchan las explicaciones de una profesora que suponen novata.

Estábamos comentando el excelente libro de García Márquez 'Cien años de soledad' y les pedía a todos que me trajeran un resumen de la primera parte para el día siguiente. Por supuesto Luis y Juan se negaron y dijeron que ellos ya se sabían ese libro de memoria y además no les parecía gran cosa.

Se armó un poco de revuelo y opté por insistir en que todos debían traer el resumen a menos que quisieran suspender esa evaluación. Pedía a Juan y a Luis que se quedaran al salir de clase.

-Bueno ¡qué pasa con vosotros! -Nada profesora, es que no queremos hacer otra vez este año lo del resumencito de marras. Queremos hacer cosas más imaginativas.

-¿Como qué? ¿Qué hay más imaginativo que comentar un libro tan genial como ese?

Me miraban de un modo un poco raro. Yo ya conocía esa mirada, iba de arriba abajo. La verdad es que mi modo de vestir tal vez no ayudaba a hablar en serio sobre temas literarios. Sus miradas eran todo un poema. Uno de ellos se acercó más a mí mientras yo les seguía diciendo que se portaran bien y tendrían una buena nota.

-Eso es justamente lo que queremos, que te portes bien y nos permitas hacer cosas imaginativas.
Seguía acercándose a mí y acercó su mano a la mía.

-Mira, profe. ¿Cómo quieres que nos concentremos en la Literatura hispana teniéndote delante así como vienes? -¿Y cómo vengo? -Pues, así de buenorra. ¿No sabías que a nuestros dieciocho añitos tenemos las feromonas que se los salen por todos los poros de nuestro cuerpo? Sé un poco buena con nosotros. Una tía que se viste así es porque está pidiendo guerra y si quieres nosotros podemos ayudarte.

Decía esto manteniendo mi mano cogida, acariciándola y llevándose la otra a su entrepierna, señalando el bulto que le estaba causando.

-Pero cómo os atrevéis, yo soy vuestra profesora y además podría ser vuestra madre.

-Vamos, Loli, sabemos que te lo montas con más gente, eres muy calentorra y nos gusta que lo seas, pero tienes que hacer algo por nosotros.

Esto me lo decía Juan acercándose a mí


por detrás. De reojo pude ver que él también tenía un buen bulto escondido y creciendo bajo el vaquero.

En el instituto ya quedaba poca gente, se oía a una multitud de alumnos salir por las puertas. La mayoría de profesores se habían marchado así que no pensé en llamar a nadie pidiendo ayuda. No podía dejar que mis alumnos me perdieran el respeto pero a la vez la situación me estaba poniendo y notaba la humedad en mi entrepierna. Pero ¡qué guarra eres Loli! pensé.

-Vamos Loli, sabemos que te pone mucho esta situación y que estás mojada, déjame que lo compruebe.

-No, dejadme, no puede ser, sois mis alumnos, hacedlo con chicas de vuestra edad. ¡Cómo os puede gustar una mujer tan mayor como yo! -No solo nos gustas sino que nos masturbamos cada tarde pensando en ti, sobre todo cuando vienes como hoy con esa minifalda y esas tetas casi al aire, y como gran golfa que eres, sabes perfectamente que nos pones a cien cuando te sientas en la mesa con las piernas abiertas y sabes que te vemos las bragas claramente. Lo haces para calentarnos y ahora no te puedes hacer la estrecha. Eres una zorrita y te vamos a follar aquí mismo.

Yo no podía permitir que me hicieran nada, pero ellos eran dos y más fuertes que yo. Uno me tenía agarradas las manos y el otro estaba detrás de mí, y me acariciaba con las palmas de su mano mis dos nalgas inmensas.

Traté de forcejear y escapar pero Luis me sujetaba ahora la cintura desde atrás, mientras me tocaba las tetas desde atrás. Un escalofrío bestial me sobrevino, me flojeaban las piernas y me estaba mojando de la excitación.

Juan se acercó a mi boca y me besó. Yo cerraba mis labios pero seguía creciendo mi calentura con las caricias de Luis desde atrás y sus mordisquitos en mis orejas y mi cuello. Eso me pone a mil.

-Te estás poniendo cachonda, zorra. No te puedes tener en pie guarra.
Vamos ven aquí a la mesa.
Me llevaron entre los dos a mi mesa y me tumbaron con las piernas abiertas

Me empezaron a desnudar, mi blusa salió por lo aires junto a la pizarra.
Mi sujetador quedó enganchado en la silla de la primera fila de mesas de alumnos Juan acercó sus manos a mi cintura y se dispuso arrancarme las braguitas.

-No Juan, no las rompas, son muy caras y me encantan. Quítamelas despacio y haré lo que me pidáis -Así me gusta, Loli. Deja que te quite el tanga que está chorreando, cacho cerda. Eres más puta que las gallinas.

-Te gusta como huele, huele tus flujos, puta. Toma chupa tus bragas.

Seguía Luis con su boca en mi coñito rezumante mientras Juan me sobaba los pezones y me los pellizcaba, los tenía enrojecidos y ya me dolían

Ellos se habían quitado los pantalones y sus calzoncillos estaban a punto de estallar.

-Zorrita, queremos que nos hagas unas pajas a los dos a la vez.
Sus penes salieron disparados cuando les bajé los slips y a cada uno cogí su aparato con una mano, mientras ellos no dejaban de hacerme caricias y sobeteos y manoseos que me tenía a punto de un orgasmo colosal. Luis ahora se puso detrás y me puso su pene sobre mis tetas.

-Vamos guarra, me vas a hacer una cubana, sube y baja las tetorras que tienes que pesan dos kilos cada una. ¡Qué cerda y puta eres, tienes los pezones más duros y tiesos que mi dedo meñique! Yo hacía lo que me decían por temor a que se enfadaran y me hicieran daño.

Estaba a su merced, con las piernas abiertas, y lo que yo no quería demostrar era más que evidente, lo estaba gozando, lo estaba disfrutando.

Me encantaba que me estuvieran casi violando.

Estábamos los tres en pelotas y uno subía otro bajaba, otro chupaba, otro amasaba. Yo les metía un dedo por el culo, poco a poco, ellos me penetraban con un dedo, luego otro, luego el puño cerrado, me retorcía de placer, estaba sintiendo un orgasmo tras otro, encadenando placeres y fluidos.

Juan estaba sentado a horcajadas sobre mí, y me penetró de un golpe, y entraba y salía ese enorme pene que tenía todo rosado y venoso. Metía y sacaba, estábamos los tres sudando, besando chupando, follando como animales, cuando oímos unas pisada acercarse. No hicimos caso, seguíamos a lo nuestro.

La puerta se abrió.

-Pero ¿qué pasa aquí? ¿Qué invento es este?

Era Isabel la directora, hacía tiempo me esperaba abajo y como no bajaba allí estaba contemplando la escena más erótica que se podía representar

entre una profesora madura y caliente y dos alumnos rebeldes y obsesionados por llevársela al huerto.

Maduras deseosas de sexo o muchachas que tengan sus sentidos receptivos a sensaciones placenteras con mujeres u hombres podéis escribir a mi e-mail.

Me interesan menos las experiencias o comentarios de los hombres, ya me lo sé, son poco imaginativos.

MI ALUMNO PREFERIDO - ME IBA A MATAR DE PLACER, CERRE LOS OJOS Y ACERQUE SU CABEZA MAS A MI VAGINA HUMEDA, LE CRUCE LAS PIERNAS DETRAS DE SU CABEZA,



MI ALUMNO PREFERIDO - Me iba a matar de placer, cerre los ojos y acerque su cabeza mas a mi vagina humeda, le cruce las piernas detras de su cabeza, no se podia escapar, queria mas, mas placer

MI ALUMNO PREFERIDO Me iba a matar de placer, cerré los ojos y acerqué su cabeza más a mi vagina húmeda, le crucé las piernas detrás de su cabeza, no se podía escapar, quería más, más placer

Soy profesora de enseñanza secundaria, de la asignatura de Cultura clásica. Tenía por aquel entonces 36 años, no soy fina más bien llenita, con unas anchas caderas y un culote redondito, mis pechos son bastante llamativos y despiertan pasiones por los que he podido comprobar.

Soy viuda, mi marido murió a los 3 años de casados en un accidente de tráfico cuando iba en viaje de negocios. En mi casa había tenido malas experiencias con el sexo. Digo esto porque estaba ya de mayorcita un poco traumatizada con el tema del sexo. Gracias a que mi marido, cuando éramos novios me respetó siempre, fue comprensivo y fuimos descubriendo las mieles del sexo juntos y pausadamente. Al final llegué a disfrutar mucho con el sexo pero de un modo más bien conservador. Lo hacíamos del modo habitual y sólo los fines de semana. No siempre disfruté de orgasmos, para que él se contentara fingía que me lo pasaba bien.

Yo ya era profesora cuando me casé. Los primeros años todos los compañeros notaron mi alegría y simpatía, pero con la muerte de mi marido quedé bastante triste por él y porque me faltaba el sexo. Me masturbaba a menudo pero no era suficiente, necesitaba un hombre, sentirme deseada y querida. Como dije estaba bien físicamente así que notaba las miradas de compañeros y hombres por la calle, aunque yo soy recatada en el vestir. Sin embargo para satisfacerme siempre me compré ropa interior sexy, ligas, medias negras y bragas y sujetadores provocativos. Me miraba al espejo y me desnudaba, mientras me tocaba la vagina y los pechos. Era todo lo que podía hacer.

Yo daba clase a chicos y chicas de la ESO de 18años. Más de un chico me miraba y sentía deseos por mí. Hasta había notado a alguna chica miradas pasionales pero no le di importancia. Hasta que un día Jorge, un chico estudioso, se me acercó a consultar sobre un problema. Yo ese día tenía prisa y no sé cómo se me ocurrió decirle que si podía venir a mi casa que no estaba lejos del instituto. Dijo que le parecía bien, que iría a las 6 de la tarde. Estuve todo el día pensando en el asunto, era un chico atractivo pero había mucha diferencia de edad y aunque era uno de los que me miraban al pasar no sabía si se sentía atraído por mí.

Me puse mi vestido más provocador, de seda, casi transparente, falda ceñida negra, medias y zapato de aguja. Me mojaba solo de pensar lo que iba a pasar en unos minutos. Fue puntual, abrí sonriente y noté que se quedó helado solo de ver lo atractiva que estaba. Pasó y comencé a explicarle sus dudas, me acercaba cada vez más a él y le puse mi mano sobre la suya, nos miramos a los ojos. Le dije que para aprobar la asignatura no era necesario que supiese mucho de Cultura clásica, había otro camino más corto. Le puse mi mano sobre su pierna. Estaba muy nervioso y me dijo que estaba dispuesto a hacer lo que fuese. Acerqué mis labios a los suyos y nos besamos suavemente.

Nos sentamos en el sofá, a esas alturas mi falda estaba subida de modo que se me veían las braguitas negras- Me acariciaba las piernas y puso su mano sobre mi pecho por encima de la blusa. Nos seguíamos acariciando y besando como desesperados. Estábamos muy calientes. Noté un bulto en su pantalón, su pene rozaba con mis bragas, me empezó a tocar las nalgas y todo el cuerpo con sus manos, los senos por encima del sujetador que aprisionaba mis grandes pechos deseosos de explotar.

Manoseaba sobre mi sujetador negro, me acariciaba con timidez, le ayudé con mi mano para darle confianza, mientras uníamos nuestras bocas en una beso húmedo.
Mis pechos son grandes pero nada caídos, su aureola es rosa rojiza y cubre gran parte de mis senos... con unos pezones que en reposo son de medio centímetro, grandes y deseables. Pensé que se le salían los ojos, Mi vagina era realmente peluda, hacía más de un mes que no me la había afeitado y mis vellos púbicos estaban todos desordenados... mis culo es más bien grande y blan


co.

Yo estaba en sujetador braguitas que no cubrían mi vello y medias negras con liguero. Le dije que esperara que íbamos a mi habitación, estaríamos más cómodos. Le quité los pantalones y la camisa, mientras besaba su cuerpo con cariño, como una caricia. Me tumbé en la cama, subí las piernas despacio, las flexionó, mi vagina, quedaba perfectamente a la vista. la vio y se le salían los ojos de pasión, se mordía los labios, babeaba, miró detenidamente aquella vagina, sus labios eran grandes, muy grandes, rosados, húmedos.

Se acercó a oler porque el olor que de ella emanaba se podía percibir perfectamente en el ambiente. Mis jugos empezaban a escurrirse por mi entre pierna, puso su lengua allí, la movía despacio, me iba a matar de placer, cerré los ojos y acerqué su cabeza más a mi vagina húmeda, le crucé las piernas detrás de su cabeza, no se podía escapar, quería más, más placer. Mi clítoris se podía ver a simple vista, siempre lo he tenido muy prominente en plena excitación. Creo que se sorprendió de su tamaño, lo tocaba con la lengua, lo succionaba, no pude más, tuve un fuerte orgasmo, me pude a gritar como una loca, se asustó un poco, pero seguía chupando, lamiendo, mamando.

De repente se incorporó, se arrodilló en la cama, levantó bien mi culo. Le dije que me acariciara y si quería era todo suyo. La vista era impresionante, aquel culo marrón y grande latía, los labios de la vagina le colgaban, y ya su color era púrpura. Le pedía que me la metiese por ahí. Y así fue, puse su glande apoyado en aquel culazo y de un empujón me penetró. Estuvimos al menos 10 minutos con arremetidas y vaivenes. Fue muy excitante. Finalmente eyaculó en mi trasero, noté el escozor de la leche caliente en mi interior. Quedamos exhaustos, satisfechos, nos dormimos unos minutos.

Me levanté, fui al baño y le dije que si quería podía venir a verme a esa hora los martes. Me dijo que no pensaba faltar ni un solo día. Espero que sea así, es mi alumno preferido.
Si les gustó y quieren que les cuente más historias o contarme escríbanme a mi correo.

SOY MAESTRA PARA TODO - NO PUEDO DEJAR DE GRITAR CUANDO UN HOMBRE O MUJER DA CON MI PUNTO G, Y ME VUELVEN LOCA PORQUE TENGO ORGASMOS MUY REPETIDOS Y


SOY MAESTRA PARA TODO - No puedo dejar de gritar cuando un hombre o mujer da con mi punto G, y me vuelven loca porque tengo orgasmos muy repetidos y encadenados, una ocasion tuve mas de 15 en 10 minutos

SOY MAESTRA PARA TODO No puedo dejar de gritar cuando un hombre o mujer da con mi punto G, y me vuelven loca porque tengo orgasmos muy repetidos y encadenados, una ocasión tuve más de 15 en 10 minutos

Soy de España y soy profesora de Cultura Clásica, mido 1,70, tengo buenas piernas, firmes, porque nunca me ha gustado la flaccidez y me he esforzado por evitar ciertos alimentos, buenos pechos, aunque no tuve hijos en mi matrimonio pero mi talla es 100 C de completa. Tengo aureola rosada como dos centímetros de radio de circunferencia y mis pezones aún en reposo destacan si me pongo un sujetador un poco transparente sobresalen y se nota un bultito, lo que hace que parezca que estoy excitada permanentemente, lo cual no es cierto aunque soy muy ardiente.

Cuando me excito mis pezones sobresalen como 1,5 cm y se ponen gordos y duritos, eso me sucede cuando hago el amor y tengo un orgasmo, también cuando me estimulo con las manos o me besan y chupan los pechos. Por lo demás mi cintura es de 65 cm, o sea que no estoy nada mal, buenas caderas 110 cm, el culo respingón y blanquito, muy suave y dicen que da mucho placer acariciarlo. Mi entrepierna está semi depilada, el vello es de un color castaño claro, tirando a pelirrojo, muchos me han dicho que nunca habían visto ese tono en el coño pero he podido ver en esta página fotos de chicas con color mucho más rojo y llamativo. Los labios vaginales prominentes, por eso tengo que llevar bragas o ropas que no abulten en esa parte porque ya tengo el monte muy abultado, a mi madre le pasaba lo mismo, es cosa de familia.

Mi clítoris tiene un capuchón oscuro que cuando se despierta rivaliza con algunos penes, sobresale y se puede ver entre mi vagina y descarga una abundancia de un flujo blanquecino y muy caliente, algunos hombres se han sorprendido agradablemente al estarme penetrando y rozando el botoncito, se han admirado y han eyaculado poco después de recibir mis flujos en gran cantidad, alguno ha pensado que tengo mal la retención de orina pero es que soy un poco especial cuando orgasmo.

Además no puedo dejar de gritar cuando un hombre o mujer da con mi punto G, un lugar que algunos han encontrado y casi me vuelven loca porque tengo orgasmos muy repetidos y encadenados, una ocasión tuve más de 15 en 10 minutos.

Pues bien tras esta larga descripción les contaba el otro día que lo hice con un alumno en mi casa, soy muy ardiente y desde que murió mi marido solo me podía meter dedos, pepinos y consoladores pero echaba de menos algo con vida, con venas, cálido, sobre todo un muchacho joven y virgen.

Mi alumno aunque le dije no dijera nada se lo contó a su clase y en todos observaba un cachondeito al entrar, me miraban al culo y las tetas de un modo descarado, me pedían cogiera cosas del suelo para que al agacharme se fijaran en mi culo en mi espalda, en mi escote y pechos al bajar. A mí me gusta la ropa sexy y no por eso iba dejar de usarla, de hecho fui a Zara y compré varios juegos de medias con liguero y otras con goma elástica superior, casi todas negras algunas con forma de red y compré varios juegos de zapatos negros con tacón, minifaldas de cuero que mostraban mis piernas y con abertura que al andar llegaban casi hasta mis bragas, compré braguitas tipo tanga de colores negro y rojo, piel de leopardo, con encajes, transparentes, sujetadores pequeños tipo wonderbra para que resaltaran más mis pechos, algunos era casi transparente y otros tenían una abertura en la zona del pezón, de manera que con cualquier blusa se marcaba mucho los pezones como si no llevase nada debajo y estuviese muy caliente.

Me gustaba la sensación de que los muchachos pensasen que me calentaba viéndolos ahí a mi merced, que podía hacer lo que quisiera con ellos, que si no pasaban por mi entrepierna no iban a aprobar. De hecho Jorge desde ese día sacó sobresaliente en la asignatura y casi todos suspendían, ya sabían lo que tenían que hacer, follar conmigo si querían salir adelante. Me gustaba sentarme encima de sus mesas de manera que con la minifalda que se me subía cerca de la entrepierna dejara ver mi entrepierna, mis bragas tanga, primero con las piernas juntas pero luego las iba abriendo poco a poco.

Era alucinante mirarles la cara, se les caía la baba, no podían concentrarse, si les hacía una pregunta estaban mudos y con los ojos como platos. Hasta las muchachas


creo que me deseaban, tenían síntomas parecidos que los muchachos y pude detectar algunas muchachas que si no eran lesbianas seguro que lo habían hecho con alguna muchacha porque se llevaban la mano a su braga y se acariciaban el coñito al verme en esa pose tan erótica.

Me gustaba pedir a uno de ellos que me ayudase a bajar de la mesa, le daba la mano y dejaba que se acercase mucho y me rozase con sus piernas, él quedaba hipnotizado por mis pezones que se entreveían por mi blusa y me miraba al culo, mientras le daba las gracias sonriente con una caricia en su cara. Nadie faltaba a mis clases, algunos de la clase de al lado querían verme, se llenaban los sitios vacíos y miraban por el cristal transparente de la puerta. Cuando terminaba la clase, los chicos se agolpaban en mi mesa para preguntarme cosas simples, querían acercarse a mí para verme de cerca los pechos, el sujetador, las medias, bragas, piernas y culo. Jorge venía todos los martes y tenía sexo conmigo pero los demás estaban muy cortados y no sabían como hacer para que les citara en mi casa.

A todo esto en la sala de profesores llegaban rumores de que algo pasaba conmigo, que se habían doblado ese año las matrículas de Cultura Clásica y que mis clases estaban de bote en bote. También notaron mi cambio de imagen.

Siempre me ha gustado ir bien vestida pero eso era ya un poco provocativo.

Por la calle me piropeaban y algunos me decían que cuanto era para pasar un rato conmigo, creo que pensaban que era una puta y se quedaban boquiabiertos cuando entraba en la sala de profesores del instituto. Llegó ese año una nueva profesora de Tecnología que se llamaba Bea, era de unos 30 años, alta, guapa, rubia, sus medidas 95-60-95. Era todo un bombón y los hombres se paraban a su paso.

Muy simpática y enseguida se hizo muy amiga mía. Yo noté que le caía bien y que me miraba a los pechos y al culo. Me decía que le gustaba la forma de mi cuerpo que qué hacía para lograrlo, que le dijera el secreto. Una tarde la invité a mi casa para tomar algo y ver una película juntas, no le dije que había alquilado una porno por si era violento para ella, sería una sorpresa. Pero eso lo contaré en otra ocasión...

Soy Doloresxxx me interesa la opinión de los profesores en relación con sus alumnos o alumnas, no sé si lo que a mi me pasa es único o está más extendido de lo que parece. También quisiera saber si los alumnos tendrían sexo con sus profesoras si estas se los pidieran y sería una materia más de estudio y aprendizaje.

Por último me gustaría saber si a las mujeres que lean esto les ofende o les excita, especialmente si tengo la suerte de que alguna otra profesora lo lea, me diga su opinión sincera si cree que las relaciones sexuales en el instituto tienen cabida entre profesores, alumnos con profesores y personal de servicio del instituto, porteros y conserjes.

Quizás se podría poner una sala para tener sexo libremente en el instituto con sofás y camas, tal como hay cafetería o billares o sala de ordenadores, no sé es una idea que se me ocurre.

Por favor, díganme alguna sugerencia para orientar mi nuevo relato de sexo entre dos profesoras.

http://www.maesen.com/relato5.htm

Mi nombre es Ana García, ahora tengo 36 años, soy catalana, soltera, 1,70 de estatura, delgada, melena castaña, pechos pequeños pero muy firmes y unos preciosos ojos azules que ejercen un irresistible magnetismo en los hombres.
Parece que estaba predestinada a ser una mujer de fogosa y muy sexual, pues nací bajo el signo de escorpión y casualmente fui concebida el día de los enamorados, en una noche de pasión desenfrenada, durante la que, según supe mucho después, mis padres se entregaron a las más desenfrenadas prácticas amorosas. Es la primera vez que cuento mis experiencias sexuales, ya que siempre las he considerado algo íntimo, pero la verdad es que ahora me apetece y excita hacerlo.
Desde pequeña me he considerado muy liberal y he ejercido el sexo con total naturalidad, siendo para mí la fuente primera de placer y de experimentación de nuevas sensaciones excitantes y liberadoras. Nunca he temido los tabúes sociales, sino que los he considerado una prueba personal para superar los prejuicios que la sociedad ha marcado, entregándome a ellos con una mezcla de curiosidad y necesidad de experimentar, y llegando con ellos al clímax de la sensualidad. Mi despertar al sexo fue un tanto precoz, pues mi curiosidad natural me llevaba a experimentar nuevas experiencias ya en tiempos de la escuela. A los 12 años me encontraba muy desarrollada para mi edad, por lo que no me costaba salir con algunos chicos un par de años mayores que se mostraban encantados de mis ganas de aprenderlo todo. Invitaba a mis amigos a 'estudiar' a mi habitación, y me dejaba tocar por encima de la ropa, sintiendo una agradable sensación de íntima humedad cuando sus manos me magreaban torpemente los pechitos o se adentraban en mi entrepierna, provocándome intensos sofocos y acaloramientos. Me encantó descubrir sus pequeñas vergas, toquetearlas y disfrutar de su erección entre mis manos. Aprovechándose de mi ingenuidad e inexperiencia me sometían a todo tipo de prácticas para su propio placer, y aún recuerdo cuando un chico mayor me enseñó a chupársela. La verdad es que la primera vez lo encontré un poco raro, pero él me comentó que todas las chicas mayores lo hacían, y no quise ser menos. Hasta haberlo probado unas cuantas veces no conseguí que se corriera en mi boca, notando esa sensación caliente y salada que jamás olvidaría. En aquella ocasión, ante la sorpresa de ver brotar inesperadamente aquel líquido viscoso en mi cara, me aparté de repente y dejamos el suelo perdido. Desde aquel día, mi amigo no dejaba pasar una 'sesión de estudio' sin obligarme a tragar su semen, hasta la última gota para no ensuciar el suelo de la habitación. Y es que cuando aprendí a notar que se acercaba su orgasmo, tragaba profundamente su miembro haciendo que se corriera en el interior de mi boca sin dejar escapar nada. Los chicos contaban orgullos como se lo hacían a Anita, y pronto corrió la voz de lo divertido que era 'estudiar' conmigo. Encontraba de lo más natural jugar con ellos en mi habitación, y pronto aprendí que cada uno era diferente, y me hacía sentir nuevas experiencias. A algunos les encantaba tocarme por debajo de las bragas y notar la humedad de mi coñito, otros preferían manosearme las tetitas y pellizcarme los pezones rosaditos y erectos, mientras que la mayoría deseaban sólo que mi boca absorbiese su febril orgasmo mientras explotaban de placer con mi cabeza entre sus piernas. Mis amigas me acusaban de fácil, de guarra y de dejármelo hacer todo, pero en el fondo creo que sólo sentían envidia porque ellos me preferían a mí. Mientras ellos se corrían a su antojo, yo no pasaba de tremendas calenturas que me tenían en un permanente deseo y excitación, que sólo calmaba cuando estaba con ellos a solas, pero me volvía inmediatamente después. Fue en el siguiente curso cuando aprendí a tocarme hasta alcanzar el orgasmo. La primera vez que lo conseguí sentí como desde mi más íntimo ser se iba formando una marea que crecía y se intensificaba, intentando salir por cada uno de mis poros, hasta que explotó en mi interior y sólo noté un total desfallecimiento de placer. Me quedé sobre la cama, desnuda de cintura para abajo, con las piernas separadas, mi coñito mojado y mi vulva latiendo y temblando como un pececito indefenso. Desde aquel momento, me masturbaba varias veces al día, y cuando más placer experimentaba era cuando me lo hacía mientras chupaba una buena polla. No tardé en aprender a correrme coincidiendo con el orgasmo de mi compañero ocasional, quedándome entonces totalmente ida, notando la boca llena de líquido espeso y caliente, y sintiendo mi vulva palpitar salvajemente bajo mis dedos mojados. Por entonces era todavía técnicamente virgen. Nadie me había desflorado porque sentía un miedo atroz a ser penetrada, invadido mi ser por un miembro duro y erecto, que pensaba que nunca cabría en mi pequeño coñito. No había pasado de tocamientos y algún lametazo inexperto, que me excitaban pero no llegaban a encenderme como mis propias caricias. Algún chico había insistido en enseñarme a hacerlo, pero al final se había tenido que conformar con mi boquita. A veces me miraba desnuda en el espejo de la habitación de mis padres, y notaba como mi culito se iba redondeando y aparecía respingón y descarado, a la vez que mis pechos, sin ser grandes, tomaban una forma provocadora y puntiaguda, terminada por dos rosados pezoncitos que se hinchaban sólo de tocarme. En cambio, mi pubis seguía sin mostrar pelos y los labios de mi vulva se mostraban apretados como queriendo cerrar la abertura de mi entrepierna. Yo quería parecerme a las chicas de las revistas que alguna vez había hojeado con mis amigas, pero parecía que debía esperar eternamente para parecerme a ellas... A veces preguntaba a mis amigas del colegio si las habían desvirgado para saber qué habían sentido, si les había dolido, y todas esas cosas que tanto me asustaban. Pero ellas andaban en este aspecto muy retrasadas y eran
pocas las que ni siquiera habían tenido un pene entre sus manos. Ante tanto temor me prometí a mi misma esperar a cumplir los 14 para completar mi experiencia. Así es que al día siguiente de mi cumpleaños quedé para 'estudiar' con un chico de 16 que iba a mi clase tras haber repetido dos cursos. Había salido con él antes, y me llamó la atención su habilidad para acariciarme tiernamente, besarme con dulzura y tratarme como a una señorita, en comparación con los torpes magreos de mis compañeros más jóvenes, que me estrujaban literalmente las tetitas y me pellizcaban los pezones, hasta causarme dolor, y sólo se interesaban en que me tragara sus pollas hasta que se corrían follándome la boquita. Así que aproveché una tarde en que mi madre no estaba en casa para invitarle a estudiar y a algo más. Ya había estado antes en mi habitación y conocía perfectamente el sabor de su semen y el tacto duro de su verga, por lo que no se sorprendió de la invitación. Al llegar pusimos los libros abiertos sobre la mesa por si llegaba alguien de repente y teníamos que disimular, pero nos lanzamos sobre mi cama para empezar a besarnos, tocarnos y acariciarnos por encima de la ropa. Sus movimientos eran lentos y sus caricias dulces, recorriendo por encima de mi leve vestido todo mi cuerpo con delicadeza, de las nalgas a los pechos, pasando por mi vientre plano. Yo me moría de placer y deseaba que sus manos se aventuraran bajo la ropa, que sus dedos me libraran de las bragas, se empaparan con mi humedad y calmaran por fin los ardores de mi inexperto coñito. Pero en lugar de eso, como hacíamos habitualmente, me apartó con sus fuertes brazos, me hizo arrodillar en el suelo frente a la cama, se bajó la bragueta, extrajo su miembro aún flácido, y lo condujo hasta mi boca. Lo tomé entre mis deditos, lo besé con deseo y empecé a darle tiernos lametazos notando como crecía entre mis manos y se iba poniendo duro mientras su cara se contorsionaba de gusto. Hasta entonces creo que esto era lo que más me gustaba de mis juegos, el sentirme capaz de dar placer, de satisfacer el deseo de mis amantes hasta rendirles completamente en el orgasmo, haciéndome poseedora de su masculinidad. Seguí con mis masajes, metiendo la gruesa punta del pene en mi boquita, cerrando mis labios alrededor, con un mete-saca caliente y húmedo cada vez más rápido y profundo. Quería tragármela completamente para sentirla mía, pero era demasiado gruesa y larga para mi boquita y me atraganté un par de veces. De repente, me la saqué de la boca y noté en su cara una expresión de extrañeza, preguntándome por qué paraba. Fue entonces cuando por fin me atreví a decirle que esta vez quería que me penetrase de verdad. Su cara se sorprendió, pues nunca antes lo habíamos intentado, y me preguntó si estaba segura de querer hacerlo. La verdad es que pese a la excitación mi cuerpo temblaba de miedo, y sólo mi curiosidad superaba mi temor. Por lo tanto, de mi boca salió una afirmación entrecortada y le rogué que me lo hiciera. Él ya tenía experiencia, por lo que se puso en pie, me tomó entre sus brazos, me tendió en la cama mirando hacia el techo, subiéndome el vestido y retirando delicadamente mis braguitas mojadas, y me dejó con las piernas totalmente separadas y mi chochito enteramente ofrecido y abierto. Se quitó los pantalones y el resto de la ropa y se acercó a mi cuerpo indefenso, recorriéndolo con su vista hasta centrar su atención en mi rosada entrepierna, húmeda por mis jugos. Me levantó las piernas manteniéndolas separadas y se arrodilló frente a mi con su pene a escasos centímetros de la entrada. Me dijo que iba a dolerme un poco la primera vez, pero que luego sentiría un placer incomparable. Yo me sentía totalmente entregada, nerviosa pero excitadísima, y pensando que debía superar aquella prueba para completar mi formación sexual.
Así que tomó su saliva en sus dedos y humedeció la punta de su pene, y luego los llevó a mis labios para comprobar que estaban completamente mojados y ofrecidos a su virilidad. Puso su miembro a mi entrada y empezó a presionar lentamente, mientras yo pensaba que jamás entraría o que si lo hacía sería desgarrando mi interior. Siguió empujando lentamente, entrando milímetro a milímetro, aumentando a presión hasta que de repente sentí un fuerte dolor y noté como mi coñito albergaba casi toda su verga. En ese momento se detuvo y yo le rogué que continuara, pues pensé que de lo contrario nunca superaría este paso. Él me hizo caso y empezó un lento movimiento de mete-saca. Yo notaba cada embestida en mi coñito virgen, estrecho y acogedor, sorprendiéndome que hubiera podido acoger por completo aquel miembro gigante. Sentía como mi entrada se iba dilatando hasta adaptarme a él, haciendo que el dolor desapareciera e inmensas oleadas de un placer desconocido me invadiesen. Sentía una sensación parecida a la de masturbarme, pero a la vez me notaba invadida, tomada y poseedora de aquella polla inmensa. Todo me daba vueltas, cerraba mis ojos y me centraba en sentir y experimentar sin prestar atención a nada más en el mundo. Sentía aquel miembro en mi interior, entrando y saliendo, tomándome por completo y haciéndome suya. De repente, noté como un inmenso orgasmo se formaba en mi y, sin hacer nada por evitarlo, sin mostrar la más leve resistencia, lo dejé explotar en mi interior y brotar por cada uno de mis poros, temblando de arriba a abajo de forma tan evidente que él me notó con satisfacción, sacó el pene de mi vagina y se limitó a contemplarme. Me comentó entonces que le habría gustado derramar su leche en mi interior, pero como que lo le había avisado antes no tenía ningún preservativo, y temía que pudiera quedarme embarazada. La verdad es que yo ni había pensado en eso, pero le agradecí la atención y me encargué de que mi boca le ofreciera la misma recompensa. Con el paso de los años he pensado que unos meses más tarde ya habría estado preparada para ofrecerle mi culito en lugar de mi boquita. Cuando terminamos le despedí y me tomé una refrescante ducha, pero al mirarme en el espejo noté que me había convertido definitivamente en una mujer y que en adelante podría sentir y gozar como tal. Me noté abierta al sexo, como si hubiera roto la cadena que me tenía cerrada en la infancia, y supe que había traspasado una puerta que me ofrecería muy gratas experiencias. Me sentí una autentica zorra desinhibida y deseosa de hombres que me gozaran. Recuerdo aquel curso con cariño, ya que significó mi despertar. Visité a un ginecólogo para disponer de anticonceptivos y no privarme de ninguna posibilidad. Muchísimos chicos visitaron mi habitación, gozaron de mi cuerpo menudo, me ofrecieron sus penes y su semen, brindándome incontables horas de placer. Es curioso que nunca me sentí realmente enamorada de ninguno de ellos, ya que me lo tomaba sólo como un juego divertido que me moría por practicar. Al cabo del tiempo he pensado que quizá el sexo era mi forma de aislarme de los problemas familiares que terminaron con el divorcio de mis padres, así como la heroína lo fue para mi hermana pequeña, o la huida de casa para la mayor. Desde entonces he vivido miles de experiencias sexuales súper excitantes que ruborizarían a más de uno, pero que yo he disfrutado y seguiré disfrutando mientras viva. A los 15 años me correspondió una pequeña herencia de mi abuela, y la invertí en un viaje a la Costa Azul con unos amigos. La libertad de estar sin la familia me abrió nuevas y excitantes posibilidades. Por la noche, acudía a las discotecas con vestidos muy ceñidos y finos, que permitían adivinar que debajo no había ropa interior que impidiese su contacto directo con mi piel. Con el aire acondicionado y el roce con la ropa, mis pezones se erizaban y se mostraban como la culminación perfecta de mis pechitos puntiagudos. En más de una ocasión me habían follado sentándome sobre sus braguetas con las piernas abiertas, mientras ellos estaban sentados en una silla o sofá, y magreaban mis tetas o aventuraban un dedo en el agujero de mi culo, penetrándolo mientras me follaban. De esta forma controlaba el ritmo de la penetración y me excitaba sobremanera al saberme observada por mis compañeros de mesa, en la oscuridad salpicada de los destellos de los focos y el frenesí de la música, hasta correrme ruidosamente. Al disponer de mi propia habitación de hotel, pude realizar todas mis fantasías, como iniciarme en el sexo anal, hacerlo con dos chicos a la vez, practicar orgías y sexo en grupo, y todo lo que se me ocurría. En una de ellas, dejé que todos los chicos me tomaran por el coño o por el culo, corriéndose en mi interior, mientras chupaba el coño de mis compañeras. Terminé tan llena de jugos que tuve que ducharme con agua y jabón para liberarme de la viscosidad que sentía. No se puede decir que sea bisexual, pero no me importa compartir experiencias en grupo donde participen otras mujeres. Chupar y ser chupada, y atarme un consolador a la cintura para encular a alguna nena mona mientras su compañero me mira es una de las experiencias más excitantes que he sentido. Y cuando el consolador se lo ata otra mujer y me penetra, siento un gusto aún mejor ya que sabe por experiencia lo que nos gusta. Mis padres me obligaron a estudiar, y elegí Turismo, ya que no sentía especial interés por ninguna carrera. Desde pequeña me habría gustado ser azafata de vuelo, pero mi padre decía que eso no era más que ser camarera de avión. Nunca me dediqué profesionalmente a ello, sino que por mediación de un amigo de mi padre conseguí un empleo como secretaria en un despacho de inversiones, donde sólo trabajábamos mi jefe y yo. En agosto, como que no tenía ningún plan de vacaciones, me ofreció si quería ir a la costa a mostrar unos apartamentos en primera línea de mar que había construido y ponía en venta. Se trataba de un edificio de tres pisos separado de la playa sólo por la vía del tren. No lo dudé, y fui allí a pasar el mes con mi novio. La mayor parte del tiempo debía solamente esperar que viniera un cliente y mostrarle el apartamento, por lo que tenía mucho tiempo libre que ya pueden imaginar en qué invertía. Pasábamos los días desnudos en el solarium, hasta que uno de los dos se excitaba y nos empezábamos a revolcar. A él le encantaba sobre todo darme por el culo poniéndome a cuatro patas y controlando el movimiento a placer mientras me tenía inmovilizada y completamente ofrecida. Y una ocasión en que estábamos 'practicando' llegó mi jefe y subió hasta el solarium sin que le oyéramos. De repente, mientras mi novio me la clavaba por detrás, abrí mis grandes ojos azules y le vi detrás de la cristalera que daba al comedor, mirando sorprendido como sodomizaban a su tierna secretaria deciochoañera. Pienso que se escandalizó, desapareciendo de mi vista antes de que yo misma pudiera reaccionar, pensando que no le había descubierto. Mi novio estaba tan concentrado en llenar mi agujero trasero que ni siquiera se dio cuenta, y nunca se lo dije. A partir de aquel momento, pese a que nunca me lo comentó abiertamente, noté como mi jefe me trataba de una forma distinta, y a veces le sorprendía recreando su mirada en mi escote o en mi minifalda mientras me dictaba unas notas. Él simplemente disimulaba y apartaba su vista una instantes, pero yo sabía que se imaginaba en el lugar de mi novio, cabalgándome salvajemente, con su propia polla bien clavada entre mis nalgas. Mi jefe es 10 años mayor que yo, y se casó al poco de trabajar para él. Siempre me ha parecido que con su mujer no obtenía la total satisfacción sexual, pero nunca comentamos nada al respecto hasta que un día le oí comentar por teléfono a un amigo que a causa del reciente embarazo, su mujer no se mostraba tan receptiva. Pensé que era una pena y se me ocurrió cómo solucionarlo. Así que un día me puse un fino vestido muy ceñido, que mostraba gran parte de mi escote y dejaba adivinar la ausencia de ropa interior. A media mañana me llamó a su despacho para redactarme una carta, y cuando levantó la vista al oírme entrar y cerrar la puerta, no pudo disimular su sorpresa. Para provocarle, situé una silla ante su mesa, y me senté frente a él con las piernas cruzadas para mostrarle mis jóvenes muslos desnudos y macizos. Para facilitarle las cosas, no separaba mi vista del bloc de notas, y cada pocos segundos descruzaba distraídamente las piernas para cruzarlas en otra posición y enseñarle descaradamente mi coñito afeitado bajo la levedad del vestido. Notaba por su voz que se iba excitando y alargaba innecesariamente el texto de la carta para gozar por más tiempo de la vista de mi cuerpo. Al final, levanté los ojos del papel y le vi incorporado sobre la mesa, con las gafas medio empañadas por la excitación, y, bajo la mesa, un bulto apreciable en la bragueta de su pantalón. Sin mediar palabra, dejé el bloc, separé exageradamente mis piernas, me levanté el vestido y le pregunté si le gustaba lo que veía. Se quedó boquiabierto y sin palabras, por lo que me levanté, di la vuelta a la mesa, giré su silla, y le puse los labios de mi coño frente a su cara. Rápidamente, puso sus manos en mis nalgas y me apretó contra él, mordiéndome las tetas por encima de la fina tela del vestido. Parecía como si mi reservado y tímido jefe se liberara de repente de su represión y diera rienda suelta a sus instintos. Sin dejar siquiera que se la chupara, me sentó sobre la mesa con las piernas muy abiertas y empezó a deslizar su lengua en mi clítoris, metiendo sus dedos en mi vagina rítmicamente. Desconocía sus habilidades y me sorprendió lo bien que sabía tocarme y lamerme, llevándome rápidamente a la excitación, en parte por las caricias, y en parte por la realización de una fantasía que tenemos casi todas las secretarias: ser folladas salvajemente por el jefe sobre su mesa, disponiendo de tu cuerpo cuando le venga en gana. Al cabo de unos largos minutos, sus juegos causaron en efecto deseado y terminé corriéndome como una loca, liberando todos mis jugos en su boca. Enseguida me hizo poner de pie, me recostó sobre la mesa ofreciéndole mi culito respingón, e introdujo sin dificultad su pequeña pero hábil verga en mi coño mojado. Notaba como poco a poco aumentaba su excitación, pero aún le tenía reservada una sorpresa mejor, y le interrumpí preguntándole si le había gustado lo que vio en el apartamento de la playa aquel día de agosto. Se sorprendió y me confesó que pensaba que no había sido descubierto. Le pregunté si no deseaba hacerme lo que mi exnovio (entonces ya no salía con él), y rápidamente la sacó del coño, se chupó un dedo y con su saliva trató de lubricarme el ano. Le agradecí el detalle pero le comenté que no era preciso, pues había tragado instrumentos mucho mayores. Separé bien mis nalgas, relajé completamente el esfínter, y empecé a sentir el calor de su verga abriéndose paso en mi trasero. Fue tal el placer que le di, que se corrió en pocos segundos, derramando su leche caliente en mi culo, sin darme oportunidad de corresponderle. Desde entonces, le gustaba satisfacer conmigo todas sus fantasías, y cada vez que su mujer ha quedado embarazada (y van ya tres hijos) me pone el culo rojo de tanto sodomizarme. Dice que su mujer no le deja hacerlo y que desde que me vio con mi novio había deseado hacerme lo mismo. Como que en aquel entonces trabajábamos solos en la oficina, podía disponer de mi en cualquier momento. Lo que más le excitaba era darme por el culo mientras me obligaba a llamar por teléfono a algún cliente, disfrutando mientras me esforzaba en ocultar mis jadeos y mi entrecortada respiración. En más de una ocasión me había sido difícil disimular y los clientes me preguntaban si me encontraba bien. Durante este tiempo él ha sido feliz con su mujer, pero con quien realmente ha disfrutado ha sido conmigo, y especialmente con mi culito. En esa época yo seguía viviendo con mi madre, pero cuando mi padre murió me trasladé a su pequeño apartamento del centro de Barcelona. Pagaba un alquiler de 60.000 pesetas al mes y mi sueldo no daba para tanto, por lo que mi jefe se ofreció a ayudarme a cambio de recibirle de vez en cuando en lencería y satisfacer sus fantasías en un ambiente más relajado que el de su oficina. Como que el sexo ha sido siempre un juego para mi, encima de isfrutar tenía apartamento gratis. Además, él gastaba grandes fortunas en el juego, y yo era para él un placer relativamente barato. Los lunes él jugaba a fútbol con sus amigos en un pueblo de la costa, por lo que aprovechaba para montar mis propias orgías y seguir disfrutando de experiencias excitantes y divertidas, sobre todo con gente del gimnasio de mi jefe, que estaba justo bajo mi oficina. Al poco tiempo me matriculé en la Facultad de Psicología, y aumenté el grupo de gente con quien organizar orgías y otras experiencias. Gracias a ello aprobé varias asignaturas por lo complacidos que se mostraron algunos de mis profesores. Me mudé de mi primer apartamento pero sigo viviendo sola en el centro de Barcelona. Mi jefe ya no se muestra tan solícito conmigo y raramente dispone de mi culo, aunque a veces todavía le gusta revivir nuestra primera experiencia sobre la mesa de su despacho. Durante un tiempo incluso cambié de trabajo, como secretaria en una empresa de ingeniería donde tenía buenas amigas, pero mi jefe me despidió porque según él no estaba bien que me 'relacionara' con sus ingenieros. Con la madurez de una vida plena y las más variadas experiencias sigo totalmente abierta al sexo, pero de una forma más selectiva que antes. Ya lo he vivido casi todo y por eso es más difícil sorprenderme, pero cuando lo consigo me entrego de tal forma que mis compañeros de juego quedan totalmente extasiados. Nunca me han atraído las relaciones duraderas, ya que acaban cansando por su monotonía, mientras que la variedad permite descubrir cada día nuevos aspectos desconocidos y gozar de situaciones nuevas.