miércoles, 11 de junio de 2008

DE VIAJE CON MI CUÑADO - NO SOY UNA EXPERTA, POR MI ENTREPIERNA HAN PASADO OCHO HOMBRES, ALGUNOS MUY BIEN ARMADOS, PERO ESTE SE LLEVA LA PALMA.


DE VIAJE CON MI CUÑADO - No soy una experta, por mi entrepierna han pasado ocho hombres, algunos muy bien armados, pero este se lleva la palma. Mi coño hervia, mis jugos salian a borbotones, necesitaba que me penetraran

DE VIAJE CON MI CUÑADO No soy una experta, por mi entrepierna han pasado ocho hombres, algunos muy bien armados, pero este se lleva la palma. Mi coño hervía, mis jugos salían a borbotones, necesitaba que me penetraran

Llevo dos años follándome a mi cuñado, y la cantidad de lectores que han entrado en mi historia anterior me anima a seguir escribiendo. No solo eso si no que ahora dejo mi correo por si alguien se anima a escribirme.

Todo ello a pesar de que tiemblo solo de pensar que mi hermana o mi cuñado pudiera leer estos relatos. Me identificaría fácilmente a pesar de que no doy nombres ni lugares, pero las situaciones le serían familiares. Pero no solo el número de entradas es lo que me anima a seguir contando esta pasión con mi cuñado, es la excitación que me produce verlas escritas en una lugar accesible a todo el mundo, y en el fondo el morbo que me produce el que mi hermana o mi cuñado pudiera estar leyéndolas.

El leer aquí en esta página mis vivencias sexuales con mi cuñado hace que me excite y desee tenerle cerca para poder repetirlas. No hay sexo más deseado que el prohibido. La historia de hoy sucedió no hace muchos días.

Hace un par de meses un familiar muy querido por mi hermana y por mi entró en una fase terminal debido a una grave enfermedad. Esta familiar vive sola en una residencia para mayores en una ciudad muy alejada de la zona donde vivimos nosotras. Mi hermana decidió acompañarla en sus últimos días, sintiendo yo un gran pesar por no poder hacer lo mismo debido a mis obligaciones laborales. Ya he comentado más arriba que este familiar era muy querido por nosotras y me hubiese gustado estar con ella en esos momentos.

Tres días después de estar mi hermana a pie de cama de nuestro familiar, esta falleció. Mi hermana llamó a su marido y a mí para comunicárnoslo y asistir al entierro.

No soy muy amante de los aviones y el volar no me seduce en absoluto. Mi cuñado me llamó para decirme que había solucionado el tema del transporte. Había conseguido dos billetes de tren, en coche cama, para viajar esa misma noche hasta la ciudad donde se celebraría el entierro. El tren salía a las 9 de la noche de su ciudad, yo subiría al mismo tren pero a las 11,15 en la ciudad donde vivo. La pena que tenía por el fallecimiento del familiar se diluyó por la excitación que me producía el pensar en pasar una noche, la primera, con mi cuñado.

A las 11,15 subí al tren como estaba previsto, nos dirigimos a la cabina del coche cama. Deje mi bolsa de viaje e intentamos ir a cenar al coche restaurante. Estaban cerrando, así que nos dirigimos a la cafetería. Pedimos un par de sándwich y unas cervezas. Yo llevaba puestos unos pantalones vaqueros muy ajustados y una blusa blanca. No estábamos solos, una pareja de chicos jóvenes al fondo de la barra cuchicheaban entre ellos acarameladamente.

Mi cuñado con la espalda apoyada en la pared del vagón y el brazo derecho sobre la barra, yo a su lado con los dos brazos sobre la barra. Acercó su boca a mi oreja y me dijo – ese del fondo intenta llevarse a la chica a la cama, no se si lo conseguirá. Yo si. – La frase terminó con un mordisco en la oreja. Me sorprendió y me calentó, no es habitual que mi cuñado tome la iniciativa en nuestros encuentros. Mientras comía mi sándwich su mano no paraba de acariciar mi culo y mi espalda. Cada vez estaba poniéndome más caliente. De nuevo se acercó a mi oreja – vamos a ver hasta donde llegas – me dijo, mientras su mano me desabrochaba un botón de mi blusa, dejando entrever el sujetador. Poco a poco me sacó el faldón de la blusa de dentro de los pantalones. Después me desabrochó el sujetador y otros dos botones de la camisa.

Mis pechos quedaban casi al descubierto. La pareja del fondo se fue. El camarero que atendía la barra no estaba a la vista. Su mano se deslizó por la abertura de la blusa y acaricio mis pechos pellizcando los pezones. Bajó hasta mi cintura, me desabrochó el cinturón el botón del pantalón y bajó la cremallera, su mano se introdujo bajo mis braguitas hasta acariciar mi pubis. Mi coño estaba húmedo, bajó hasta el e introdujo un dedo, sacó la mano y


se lo llevó a la boca chupándolo con fruición.

¡Estaba en la cafetería de un tren a las 12 de la noche medio desnuda siendo sobada por todas partes! Mis pechos estaban expuestos a todo aquel que quisiera verlos, mis pantalones desabrochados dejando al aire mi culo solo cubierto por unas diminutas braguitas. Llamó al camarero para pagar la consumición, traté de cerrar la blusa, pero me lo impidió. El camarero, un hombre ya mayor, balbuceó el importe sin quitar la vista de mis tetas. Pagó, dejando una buena propina y nos fuimos. Recorrí los tres vagones hasta nuestro departamento sujetándome los pantalones para que no se cayeran y con los pechos al aire, mientras él pegado a mi espalda me los iba sobando. Notaba su polla dura en mi culo. Por suerte no nos cruzamos con nadie.

Nada más entrar en el departamento me tiró sobre la cama, acabó de quitarme los pantalones, la blusa y me arrancó la braguitas. Me abrió las piernas. Con su boca comenzó a besarme y pasar su lengua por los muslos, muy despacio. Su legua recorría el interior de mis muslos y al llegar junto a la vagina paraba y volvía a retroceder. Así estuvo un buen rato mientras me retorcía de placer, mis jugos resbalaban por donde él pasaba la lengua. Cogí su cabeza y la dirigí a mi coño, primero lo mordisqueó, luego lo chupó y por fin me metió la lengua, lamiendo de abajo a arriba, deteniéndose cada pasada en mi clítoris. Por fin estallé, todo mi cuerpo tembló de placer, dos o tres orgasmos seguidos me dejaron medio inconsciente. Él se levantó, acabó de quitarse la ropa y se tumbó a mi lado.

Las camas de los trenes son pequeñas. Los dos estábamos en la cama de abajo. De lado, yo dándole la espalda. Notaba su verga erguida, dura y caliente en mi culo. Sus manos en mis tetas. No tardé mucho en estar de nuevo dispuesta, movía mi culo acariciando su polla. Noté como entraba en mi coño fácilmente, a pesar de su tamaño, resbaló empujada por sus caderas hasta lo más profundo, sus huevos se apoyaban en mis muslos, el traqueteo del tren hacía que se moviera dentro de mí sin querer. Empezó a moverla lentamente, luego más rápido y terminó en un torbellino, sus huevos golpeaban mi culo con furia, hasta que me corrí entre jadeos de placer. Él tardó un poco más y mis entrañas se llenaron de calor. A pesar del aire acondicionado del departamento, sudaba, parecía que acababa de salir de la ducha.

Estuvimos uno al lado del otro, abrazados sin decir nada, creo que me dormí. Tomé consciencia cuando noté que mis pezones estaban siendo lamidos y acariciados.

Me incorporé, tomé su polla flácida, pero inmensa, y me la llevé a la boca. No hay nada que me excite más que coger un pene y provocar su erección dentro de mi boca. Lo chupe, lamí, mordisqueé, acaricié, masturbé, mientras le miraba. Su cara era puro placer, se dejaba llevar. La polla se endureció, ¡es inmensa! No es que sea una experta, por mi entrepierna han pasado ocho hombres, algunos muy bien armados, pero este se lleva la palma. Jugué con ella durante un buen rato. Mi coño hervía, mis jugos salían a borbotones, me latía, necesitaba que me penetraran.

Me levanté para sentarme sobre él y meterme su polla hasta el fondo. Él también se levantó, me cogió y me puso cara a la ventanilla, se agachó un poco y me metió toda su polla ¡levantándome del suelo! Mi cuerpo estaba pegado a la ventanilla, me sujeté a la barra de la misma, y logré poner mis pies sobre una especie de borde que hay en el suelo bajo la ventana. Mis pechos se aplastaban contra el cristal, los pezones al notar el frío reventaban. Él, con sus movimientos hacía que mi cuerpo se moviera arriba y abajo. Fuera empezaba a clarear, el tren aminoró la marcha y entramos en una estación lentamente.

Por suerte no llegó a parar, pero las pocas personas que había en el anden no quitaron la vista de ese espectáculo sorprendente que se les ofrecía a esas horas de la madrugada, más de un espectador fue siguiendo el vagón hasta el final del anden para verme como me follaban. El que me vieran como era penetrada hizo que mi excitación subiera a grados extremos, llegué al orgasmo antes de que el vagón llegara al final del anden, no pude ahogar gritos de placer que creo hizo excitar más al que v

enía siguiendo el espectáculo. Mi cuñado retiró su polla, me derrumbé…

Me tomó entre sus brazos y me sentó, mi espalda apoyada sobre el lateral de la cama y mis pies en el suelo. Separó mis piernas, se puso entre ellas, se apoyó en la pared frente a mí y comenzó a masturbarse lentamente mirándome fijamente. Su cara era de puro vicio, se le notaba el placer que se estaba dando, aguantando su mirada, levanté una pierna, luego otra y las apoyé en la pared junto a sus caderas. Mi cuerpo quedaba recostado con mi cuñado de pie entre mis piernas.

Acaricié mi cuerpo sensual y viciosamente para que mi cuñado me viera mientras el seguía manoseando su polla, me llevé dos de mis dedos a la boca chupándolos con deseo y me los introduje en el coño, mojado de nuevo por la excitación de ver a mi cuñado pajeándose. Mis dedos entraban y salían de mi chocho cada vez más lubricado, mi otra mano acariciaba mis pechos y estiraba de mis pezones. Mi cuñado seguía moviendo su mano arriba y abajo de su polla, su cara denotaba el placer que se estaba dando. Su cuerpo se arqueaba en función de los movimientos que impartía a su pene.

Dicen los hombres que una de las visiones más eróticas y excitantes es ver masturbarse a una mujer, pues el ver como un hombre se da placer a si mismo es algo que cualquier mujer debería de experimentar.

Así estuvimos mucho rato, observándonos uno al otro como cada uno jugaba con su cuerpo. De pronto mi cuñado comenzó a mover su mano rápidamente de arriba abajo, sus huevos se balanceaban de adelante atrás. El glande, surgía de entre su mano como si deseara reventar, rojo, brillante, húmedo. Su cuerpo se arqueó hacia atrás, su polla quedó a la altura de mi coño a pocos centímetros de mi cara, yo también aceleré el ritmo de mis dedos en mi coño, mientras con la otra mano acariciaba mi clítoris. Un chorro de semen salió de la polla de mi cuñado cayendo sobre mi cara. Los dedos de mis manos seguían masturbándome.

Acercó su polla chorreando semen a mi boca, la abrí y lamí las gotas que seguían saliendo. El semen de mi cara resbalaba y caía sobre mis pechos. Llegué al orgasmo, me metí toda la polla de mi cuñado en la boca mientras me corría. Mi cuerpo era un amasijo de sudor y semen. Se dejó caer a mi lado sobre la cama y empezó a lamerme todo el cuerpo, limpiándome de su semen. No podía más. Había follado varias veces con mi cuñado pero nunca pasado una noche entera con él. Ahora sabía lo que era y antes de terminar ya estaba deseando tener otra oportunidad.

Llamaron a la puerta del departamento, era el interventor – dentro de media hora llegamos su estación – avisó. Nos aseamos como pudimos y nos vestimos. Al llegar al destino mi hermana estaba esperándonos en el andén. Hueles a hembra en celo – me dijo quedamente mi cuñado mientras bajábamos del vagón. Parecéis cansados – dijo mi hermana al vernos – ya sabes lo mal que se duerme en los trenes – respondió su marido.

¡Que me lo digan a mi!, pensé yo.

Espero que les haya gustado, si es así vótenme...

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