domingo, 15 de junio de 2008

LOLI, LA PROFESORA - ME TUMBO EN EL SOFA DE CUERO NEGRO, CON LAS PIERNAS ABIERTAS, ME ACARICIO LENTAMENTE CADA PARTE DE MI CUERPO, CERRE LOS OJOS, EST


LOLI, LA PROFESORA - Me tumbo en el sofa de cuero negro, con las piernas abiertas, me acaricio lentamente cada parte de mi cuerpo, cerre los ojos, estaba muy excitada y gozando unas sensaciones increibles

LOLI, LA PROFESORA Me tumbó en el sofá de cuero negro, con las piernas abiertas, me acarició lentamente cada parte de mi cuerpo, cerré los ojos, estaba muy excitada y gozando unas sensaciones increíbles

Hola soy Lola, algunos/as recordarán mis relatos. Soy profesora de enseñanza secundaria de la asignatura de cultura clásica. Tengo 36 años. Lamentablemente tras dos años de matrimonio mi marido tuvo un accidente y murió. Siempre me ha gustado lo sexy y morboso, la ropa ajustada, medias de seda y ligueros, sujetadores pequeños y apretados. La verdad es que estoy muy bien, tengo unos pechos grandecitos (pecho que la mano no cubre no es pecho sino ubre), y caderas adecuadas, mido 1,75 y soy pelirroja, ojos verdes.

Bueno, fue muy dura la muerte de mi marido, los primeros años me costaba vestir atractiva como a mi me gusta. Con mi marido todo iba bien, él no era muy bueno en la cama pero yo tampoco conocía nada mejor, él acababa pronto y apenas me acariciaba, yo misma me tocaba cuando él se daba la vuelta para dormir. Pero éramos felices y para mí supuso un jarro de agua fría su muerte.

Pasó el tiempo y me envolví más en mi trabajo como profesora, poco a poco empecé a vivir de nuevo. A veces salía con otras profesoras los fines de semana, viajes culturales, recreación. Por fin volví a mis gustos, ropa ajustada, minifaldas. Medias negras y zapatos de tacón. Miraba a mis alumnos de un modo provocativo, me sentaba en la mesa con las piernas abiertas, notaba como se ponían nerviosos y eso me gustaba, me parecía increíble que unos jóvenes vigorosos de 18/19 años se sintieran provocados por su madura profesora de 35. Lo que más me llamó la atención es que no solo los jóvenes sino algunas chicas me miraban a las piernas parecía buscar con sus mirada lujuriosa lo que había debajo de mis cortas faldas, mi ropa interior, casi siempre tangas negros, mis pechos que apuntaban a sus mejillas sonrosadas.

A veces he ido a dar las clases con mallas y sujetador que solo agarra por abajo, dejando los pezones y aureolas visibles. Por cierto tengo pezones prominentes aunque no esté excitada, como de un dedo de grosor. El caso es que me ponía a cien el ver como mis alumnos no podían atender a mis explicaciones y querían venir a preguntarme cosas al final de la clase para acercarse a mí y mirarme de cerca los pechos y trasero, piernas y todo lo demás. A comienzos del año me nombraron tutora de uno de los cursos. Así que por diferentes motivos tenía que llamar a los padres para preguntar por los chicos, si tenían alguna dificultad y cómo podíamos colaborar para que aprovechara mejor las clases. Aquel lunes tenía que llamar al padre de Eva que es una de mis alumnas más aplicada.

Últimamente había notado que no me atendía, se despistaba y no me preguntaba las dudas como antes, hizo mal un examen y eso me sonó mal, algo le preocupaba. Llamé a su casa, el contestador me indicó que dejara mi mensaje, dejé mi número de teléfono y pedí que me llamaran esa misma tarde. Cuando llegué a casa sonaba el teléfono, era el padre de Eva, me dijo que se llamaba Juan y que me agradecía mucho mi interés, que se notaba que era una buena profesora por tratar de ayudar a los alumnos. Me dijo que era divorciado y que le resultaba muy difícil criar a una chica como Eva, tan introvertida y en esa edad tan difícil, que necesitaba de mi ayuda. Quedamos en que yo le visitara en su casa y así podíamos hablar más extensamente.

Como a las 7 de la tarde del lunes, me dirigí a su casa, me esperaba, había puesto música suave y luz tenue. Yo, no sé porqué, me esmeré en mi arreglo personal, una minifalda negra, blusa semitransparente roja que dejaba ver un poco mis pechos marcando pezones y medias de red negra, braguitas negras de encaje y ligueros. No sé porqué iba tan provocativa, estaba trabajando o al menos debía ser la razón de mi entrevista. Juan estaba vestido con una camisa de rayas y pantalón corto. Era un hombre alto, moreno, con una barbita arreglada muy sexy, tenía mi edad, ojos azules y pelo rizado. Sonreímos, me hizo pasar y ponerme cómoda. Me sirvió un gintonic. Hablamos de Eva, de lo buena chica que e


ra y de cómo ayudarla, pero enseguida pasamos a hablar de lo solo que estaba, que su mujer le dejó por su mejor amigo y que desde entonces estaba triste y deprimido. Yo le dije que también estaba sola, que era viuda.

A medida que hablábamos, la música, el alcohol, la simpatía, las sonrisas nos iban envolviendo. Me dijo que me iba a pedir una tontería pero que al verme, le apetecía mucho que bailásemos una de esas canciones lentas. Me ruboricé pero acepté. Su mano se posó sobre mi espalda, acariciándome por debajo de la hebilla de mi sujetador, me acarició el cuello, el pelo, empujó mi cabecita sobre su hombro y me hablaba al oído, me dijo que había muchos meses que no se sentía tan feliz. Mi cuerpo estaba muy cerca del suyo, así que empecé a notar algo que crecía entre sus piernas. La situación me iba calentando, notaba que me chochito segregaba un fluido viscoso, mis braguitas se mojaban. A él debía pasarle algo parecido porque noté una mancha en la zona que se abultaba en sus pantalones. Sus labios estaban cerca de los míos, poco a poco se acercaron. Nos besamos, un besos largo, al principio solo labios, luego abrió un poco la boca e introdujo la punta de su lengua en mi boca, yo hice lo mismo, nos besuqueamos durante unos 10 minutos. Me dijo que nos sentáramos en el sofá, de frente, sin palabras, nuestras manos llevaban la voz cantante. Me besaba por el cuello, los brazos, entre mis pechos.

Sus manos jugaban por mi espalda a intentar desabrochar mi minúsculo sujetador, al final lo logró, me fue desabrochando la blusa mientras nos besábamos, yo hacía lo mismo con su camisa. En menos de un minuto yo estaba tan solo con mi tanga negro y mis medias y liguero. Mis pechos estaban al aire, él no paraba de mirarlos con profundo deseo, con avaricia, se le salían los ojos de las orbitas, imaginando los que se iba a comer en pocos minutos, después de pasar hambre durante meses, menudo atracón se iba a dar. Yo también imaginaba lo que sentiría con aquel aparato enorme dentro de mí, porque aunque no se había quitado el slip, apuntaba un tamaño enorme, mayor del que nunca había visto ni siquiera en revistas. Me tumbó en el sofá de cuero negro, con las piernas abiertas, me acarició lentamente cada parte de mi cuerpo, cerré los ojos, estaba muy excitada y gozando unas sensaciones increíbles. Mientras él me acariciaba, noté un ruido, como una puerta que se abría, pero no le dí importancia, seguía gozando, oía un ligero susurro. De repente unas manos me acariciaban los pies, los tobillos, por encima de mis medias, era un tacto diferente, unas manos que me parecía más suaves y pequeñas, subían por la parte interior de mis piernas, muy suavemente, otras manos tocaban mis pechos y pellizcaban mis pezones.

Ahora estaba segura, había al menos dos personas, pero yo seguía disfrutando con los ojos cerrados, cada vez expulsaba más flujos por mi depilado coñito y mis rosados y salientes labios vaginales, unos deditos recogían ese líquido aunque era tal la cantidad que noté que el sofá se mojaba. Unas manos suaves me acariciaban y parecían buscar algo, sí, por fin, era mi clítoris que a esta alturas ya sobresalía un poco, me acarició y pellizcó con cariño.

Mientras tanto las otras manos seguían acariciando y amasando, besando y chupando mis pechos turgentes, no recordaba nada parecido, era un placer excesivo, inconmensurable. No podía aguantar la curiosidad. ¿A quien pertenecían esas manos suaves que me acariciaban la entrepierna y el culito por detrás? ¿Quién me estaba llevando al cielo al acercar su lengüita cálida y labios a mi coñito lengüeteando cada vez más, succionando mis jugos con esa habilidad que me estaba volviendo loca?

Por favor, me gustaría que me escribieran mujeres con instintos sexuales tan fuertes como los míos, que les guste la lencería, medias, ropa sexy, maduras y relaciones filiales. En castellano y en inglés. A mi correo.

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